Científicas de Acá, o cómo contar la historia completa

Ilustración: Luchi Soler

Comenzar a contar una historia es todo un desafío. Acaso porque no hay una sola forma posible de comenzarlas, acaso porque lo que unx consideraba el inicio era en realidad el nudo, y un largo etcétera. Y si el relato es sobre personas que gustan de contar historias, el desafío parece duplicarse.

«Sin mujeres, la historia de la ciencia es una historia incompleta»

Juli Alcain
Becaria del CONICET e integrante de Científicas de Acá

Pero hagamos el intento y fijemos, arbitrariamente, un inicio. Volvamos a marzo de 2020.  En una de las aulas donde se cursa la Especialización en Comunicación Pública de la Ciencia y la Tecnología, dictada por la Universidad de Buenos Aires, se esconde el germen de un proyecto que crecerá a pasos agigantados y se encargará, de mil maneras creativas, de visibilizar el trabajo y las carreras de científicas argentinas. De las Científicas de Acá.

¿Quiénes son las Científicas de Acá? Pregunta capciosa: si pensamos en el grupo de comunicación protagonista de este artículo, que está por lanzar un libro y que traza redes por todo el país, la respuesta es que son cuatro: Julieta Alcain, becaria doctoral del CONICET; Julieta Elffman, periodista y directora de la editorial TantaAgua; Carolina Hadad, consultora en tecnología y cofundadora de Chicas en Tecnología, y Valeria Edelsztein, investigadora adjunta del CONICET y reconocida divulgadora. Las tres primeras, cursantes de aquel curso en la UBA. La cuarta se sumaría en la génesis misma del proyecto.

Pero las Científicas de Acá (un acá tan argentino como latinoamericano, periférico, con fuerte impronta cultural) también son cientos de mujeres que dedicaron (y dedican) vida y energía a la ciencia y tecnología, pero que fueron desplazadas e invisibilizadas por un sistema patriarcal. Y esas son las voces y rostros que las Científicas de Acá quieren mostrar.  “Uno de los mayores conceptos que queremos transmitir es que, sin mujeres, la historia de la ciencia es una historia incompleta, al igual que una historia sin las identidades, orígenes y etnias que no estamos acostumbradas a ver en la tele -resume Juli Alcain-. Y el sistema científico necesita a esas personas y necesita que contemos esas historias, porque enriquece a todo el sistema”.

Juli Alcain, científica. Ilustración: Luchi Soler


Y en esa búsqueda, el deseo es que la imagen sea la no imagen, o, mejor aún, la multiplicidad y heterogeneidad de imágenes. “Nuestro objetivo declarado es visibilizar a las mujeres que trabajan en ciencia y tecnología en Argentina. Y nos gusta pensar en el concepto de la diversidad- agrega Juli Elffman-. Intentamos no caer en un arquetipo, porque no hay ‘un’ ser científica, así como no hay ‘un’ ser humano. Cada científica lo es a su manera, con sus recorridos, sus problemas, su forma de enfrentarlos, sus orígenes. Si pensamos en una sola imagen se la cristaliza, y si se cristaliza ya es dogma. Y estamos en contra de los dogmas. Pensemos a la ciencia como algo cambiante, hasta contradictorio, formada por personas diversas”.


Un fuego, todos los fuegos

Sigamos con la historia. Aquel curso de la UBA tendría apenas una sola clase presencial, pandemia mediante, pero alcanzaría para generar una química entre ambas Julietas y Carolina. “Si bien Caro terminó dejando la cursada, porque no le daban los horarios con las tareas de cuidado y el trabajo, quedamos en contacto- relata la Juli científica-. Ella justo había escrito algún texto sobre una científica que no era de Argentina, me comentó sus ganas, empezamos a tejer e intercambiar ideas y la sumamos a Juli Elffman, que es editora y periodista”.

El entusiasmo crecía, el fuego se empezaba a arder, iban y venían las consultas a distintas personas para ver qué opinaban del proyecto. Una de esas consultadas fue Valeria Edelsztein, que respondió con contundencia que no sólo le parecía buena idea, sino que se quería sumar.

Y, cual chispas que saltan, se contagian y arman un fuego más grande, el proyecto arrancó y no conoció de distancias. Cuatro personas que pocos meses atrás ni se conocían, estaban, de pronto, armando un grupo de trabajo intenso para buscar cómo visibilizar a las científicas, con intercambio de ideas virtuales y una sinergia que no paraba de crecer. “Ya desde ese entonces, y ahora también, revisamos todo, todo el tiempo. Es algo muy característico del grupo, discutimos, volvemos a revisar y a debatir, porque sentimos que nos enriquecemos muchísimo con el intercambio”, agrega la Juli periodista.

Juli Elffman, periodista. Ilustración: Luchi Soler


De las ideas en papel (y mails) saltaron a las propuestas en las redes. Y el fuego se extendió de manera insospechada. “Creció muchísimo y en muy poco tiempo, sorprendentemente- agrega-. Lanzamos una encuesta en redes sociales de cuántas científicas se conocen, que respondió un montón de gente y, a partir de esa piedra angular, empezamos a construir un discurso, vinculado a nuestro objetivo”.

El juego en las redes seguiría, con propuestas para generar más y mejores intercambios. Uno de los primeros fue #martesdecientíficas: originalmente, el grupo le daba a cada interesadx el nombre de una científica para que investigara y escribiera algo sobre ella, para generar más visibilización. “Explotó desde el primer martes. Y lo más interesante de todo es que la comunidad se apropia de las propuestas: las instituciones científicas empezaron a aprovechar ese #martesdecientíficas para visibilizar y mostrar el trabajo de sus propias científicas. Y eso está muy bueno porque funciona de maneras que nosotras ni habíamos imaginado”, aporta Juli Alcain.

“En algún punto, tener esa respuesta nos hizo entender que era un proyecto necesario y que era algo que estaba esperando suceder. Cuando vos propones algo y hay tan buena respuesta, es porque eso hacía falta. Entendemos que no somos las únicas, ni las primeras, pero siento que se valora el abrirlo y llevarlo a las redes con este lenguaje más llano, accesible y divertido. Porque no estamos seguras de todo, no te contamos la posta, a veces tenemos dudas y te las compartimos. Y ahí se genera el debate: discutamos qué es ser científica, qué es ser de acá”, comenta la Juli periodista.

“Sabemos que hay un montón de comunidades que buscan visibilizar a las mujeres científicas, cada una con su impronta y su público objetivo –reflexiona la otra Juli-. Y nosotras vinimos a sumar nuestro discurso”.


Una lista infinita

Ya desde los inicios mismos del grupo, rondaba la idea de hacer un libro, que no es, para sus integrantes, un punto de llegada y nada más, sino un objetivo alrededor del cual fue creciendo todo el proyecto y que las impulsa a buscar nuevos horizontes.

La obra tuvo una preventa iniciada el pasado 11 de febrero, Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, y se lanzará este 10 de abril, Día del Investigador Científico Día de la Investigación Científica. Contiene 27 historias sobre investigadoras de distintos puntos geográficos e históricos del país. Agregando, también, un contexto cultural y estadístico sobre la situación de las mujeres en la ciencia argentina.

Carolina Hadad, consultora en tecnología. Ilustración: Luchi Soler

“Nos pasa que el objetivo de visibilizar a las científicas no se termina nunca. Porque las historias que figuran en el libro son solo una parte de las 300 que tenemos en nuestra planilla, donde anotamos todas las que queremos contar, y de todas tenemos ganas de investigar”, proyecta Juli Alcain. Las historias están narradas por las cuatro integrantes del grupo, a la vez que sumaron la colaboración de un grupo de asesoras –mayoría de mujeres y dos hombres- para recibir opiniones y puntos de vista.

Y vaya que el proceso del libro fue intenso, no sólo para redactarlo e investigar, sino para –lo más difícil- poner un límite. “Tenemos que aclarar que la selección del libro es totalmente arbitraria, porque nuestra base de científicas se va enriqueciendo continuamente, pero en algún momento tenes que poner el corte- detalla Juli Elffman-. Tal vez el mayor criterio es el de la diversidad, que comentábamos antes: de disciplinas, de trabajos, de etnias, a nivel federal…A su vez, tenemos un balance entre las que llamamos pioneras en sus disciplinas y las científicas actuales”.

Pero lo arduo no quita el placer ni el gusto por escuchar historias…para luego ir a contarlas. “A mí me pasa que, cuando algo me vuela la cabeza, necesito contárselo a alguien -comparte Juli Alcain-. Disfruté muchísimo investigar a personas maravillosas, vas tirando de un hilo y te vas dando cuenta de sus historias, te cuenta que fueron acá, que fueron allá, que crearon una institución de la nada…sentís que podés estar horas ahí, porque es algo realmente maravilloso”.


Cambia, todo ¿cambia?

Ambas Julietas coinciden en que se hizo mucho en materia de igualdad de género, pero que todavía falta. Y en eso están, las Científicas de Acá, aportando desde su lugar. Para Juli Elffman, “empieza a haber un cambio social y cultural que es lento. Obviamente, no estamos en la misma situación que hace 20 años, pero hay otros tipos de violencia que están apareciendo muy fuertemente, como reacción a un movimiento feminista que, también, se hizo más fuerte. Y el camino es largo”.

Valeria Edelsztein, investigadora y divulgadora. Ilustración: Luchi Soler

Las investigaciones para el libro ayudan, en esa línea, a marcar las diferencias con el pasado. “Cuando ves las historias de las pioneras- sigue Elffman-, donde muchas no podían estudiar en la universidad solamente por ser mujeres, te das cuenta que, obviamente, muchas cosas cambiaron. Julieta Lanteri casi que ‘hackeó’ el sistema para poder votar, y así con otros casos. Pero mirás el presente y tenemos inequidad, techos de cristal, efectos tijeras. No se trata, solamente, de tener mujeres en ciencia, sino en cargos directivos, jerárquicos. Mujeres incidiendo en las políticas públicas. Hay pasos y buenas señales, creo que estamos en un camino de mejora”.

Juli Alcain toma la posta y coincide con su compañera. “Hay un cambio de paradigma, claramente. Por ejemplo, ahora ves la foto de la programación de una radio donde son todos hombres y te hace ruido, la gente se queja. Pero es verdad, también, que falta un recorrido, situaciones por resolver. Y uno de los principales desafíos es que hay una resistencia del ‘otro lado’ a ciertas políticas que equilibran un poco la cancha. Porque no es una cuestión de poner una mina entre diez tipos y decir ‘listo, ya está, no se pueden quejar’. Y si lo que molesta es esa idea de ‘el feminismo va por todo’- sonríe-, es que tal vez será un poco así. Vamos por todo”.

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