Queridx yo del pasado…

Mirar atrás puede ser enormemente complejo. Puede ser darse cuenta del largo camino recorrido, puede ser volver a vivir y a experimentar las más variadas sensaciones. O puede, también, recordar qué imaginarios, universos y hasta prioridades teníamos cuando éramos niñxs.

Pero, ¿dejamos, alguna vez, de serlo? ¿Quedan, en algún rinconcito de nuestra existencia, algunas de esas pasiones, de esos temores, de esas fantasías? ¿Acaso una carta, dirigida a hacia esxs que fuimos, nos puede conectar con viejas (aunque presentes) versiones de nosotrxs?

Juan, Adolfina y Daniel son científicxs. Caro es periodista. Para cada unx, la consigna fue la misma: ¿qué le dirían a sus versiones de niñxs o adolescentes, si les tuvieran que escribir? De esta consigna, de este juego, nacieron estos textos.

Un clic, un amor, un desafío

Hola Adolfina del pasado:

¡Cuántas cosas han sucedido en estos veintitantos años, desde que recuerdo los primeros acercamientos conscientes y respetuosos con la naturaleza!

Ya sé lo que me vas a decir…” ¡¿de grande voy a ser científica?!”. Ni durante la niñez ni la adolescencia soñaste con esta profesión, lo sé. ¿Qué podría yo ofrecer a la generación de conocimiento de las Ciencias Naturales?

Pero te voy a contar un poquito de eso que vos llamas futuro y, para mí, es el pasado. En octavo año del Polimodal, en el 2000, con 14 años, mientras vas a decidir volver (historia aparte) a ser vegetariana por amor a los animales, la profesora Checmarew te contará, indignada, preocupada y apasionada, sobre alimentos transgénicos. Algo de lo que me dijo (perdón… ¡lo que te va a decir!) y su forma de contarlo, generará un clic en vos. Y en mí.

Ese año, comenzarán a resurgir en vos ideas y sentimientos de conservación. Ideas y pensamientos que, hoy me doy cuenta, siempre estuvieron ahí. Desde que pedía por favor a todo el que veía matando hormigas, babosas, o cucarachas, que no lo hicieran, que su derecho a vivir era el mismo que el nuestro. Algo quizás chocante para quien escuchaba a una nena de 6 años haciendo ese pedido, ese ruego. Sí, el que haces vos, Adolfina, en tu día a día.

Siempre pensé que nuestra formación educativa, pública, de barrio, no nos había ayudado en nuestra formación posterior. Siempre supe que iría a la Universidad (sí, te lo adelanto, ¡vas a ir!), pero nunca sospeché que podría hacer y finalizar una carrera donde hubiera materias tan difíciles para mí como las Exactas. ¿O no te acordás como odiábamos matemática en el cole?

Sin embargo, la educación que vas a recibir, en suma, con tu profundo y constante amor por los seres vivos, o por lo que llamamos naturaleza, hará posible que te puedas desarrollar profesionalmente como bióloga y estudiar organismos que todavía ni sabes que existen ni que son tan maravillosos.

Aunque seguro los conoces y los contemplas en el patio de casa, se llaman briofitas o musgos.

Estas plantas, querida Adolfina del pasado, le darán un sentido más profundo a tu carrera. Vas a darte cuenta de que descubrir esas plantas te dará las fuerzas para que todas las dificultades que enfrentarás en la facultad se opaquen y puedas seguir.

Hoy, Adolfinita del jardín de infantes, de la primaria y de la secundaria, te diría que no importa que no hayas visto mil documentales, que mucho me hubieran servido en el primer año de Biología, que observar y amar fue evidentemente todo lo que necesité para llegar a ser bióloga. Agradezco a mi yo del pasado por esto.



La curiosidad que mueve montañas…y autitos

Hola Dani, ¿cómo estás?

Por tu mirada noto que no sabés bien quien soy, pero me encontrás algo familiar. No te asustes: yo soy vos. Claro que con canas, anteojos y algunos dolores de espalda. No sabés… ¡Vengo del futuro! Aunque, a decir verdad, todavía no inventamos una máquina que nos permita viajar en el tiempo, así que me vine a pura imaginación para hablarte un rato.

Quería decirte, ahora que estás cerca de terminar la primaria, que esa curiosidad que te viene moviendo desde hace años es maravillosa, que deberías cuidarla mucho y hacerla crecer todo lo que puedas. ¿Por qué? Porque esa curiosidad te va a llevar a preguntarte muchas cosas, y esas preguntas mueven algo que se llama ciencia. Sí, tu curiosidad tiene ciencia detrás, mucha ciencia y muchas ciencias.

¿No me crees? Mirá, ¿te acordás cuando de más chico se te dio por hacer una colección de arañas y otros bichos? ¿De dónde salió esa idea? Claro, de intentar repetir, con las cosas de casa, lo que habías visto en un museo (¡nada más y nada menos que el Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia!). O cuando jugabas a tirar tu auto grande (ése al que le decías “bólido”) desde la mesa del patio con distinta fuerza, para ir viendo qué tan lejos caía.

Atrás de eso hay Física, con la que podés calcular la trayectoria de ese auto en un papel y muchas otras cosas que, después, se pueden probar en la realidad. Ah, otra cosa que nada que ver: “bólido” también es el nombre de algunos meteoros, que parecen bolas de fuego y dejan una cola de luz, y ahí entra la Astronomía a estudiarlos. Pero hay más. ¿Viste que te encanta jugar en el patio de casa los días de invierno, cuando hay solcito? Ese poquito de sol que te pega en la cara y en las manos te hace bien al cuerpo y al ánimo. Y sí, hay una ciencia también detrás de eso que se llama Fotobiología (y que a tu yo mayor, o sea yo, es lo que más le fascina).

Ojo, no todo se trata de entender el mundo que nos rodea. También podés tener curiosidad por entender a los humanos (¡qué tarea!). A alguno en particular o a grupos de humanos, y ahí las respuestas las buscarán las Ciencias Sociales, como la Historia, por ejemplo. Y también están las Letras. Se puede curiosear entre los libros, como los de Salgari que tanto te gustan y te hicieron conocer lugares remotos y asombrosos del planeta (o bueno… al menos sus nombres).

Hay tantas cosas por explorar… Sé que nunca te preguntaste por qué se “inflan” las tortas y los panes de mamá, o por qué esa pasta rosada que prepara papá en el laboratorio (sí, el acrílico) pasa de ser blanda y moldeable a ser dura como piedra en las dentaduras postizas. Pero detrás de eso hay reacciones químicas entre moléculas que forman los materiales y es otro lugar asombroso para andar curioseando.

¡Hay tantas historias y “cosas científicas” entrelazadas en el mundo! En el deporte que amamos, por ejemplo. ¿Viste que el año pasado (bueno, el año pasado para vos, para mí fue en 1988) Michael Jordan ganó el campeonato de volcadas? ¿Viste la foto donde va volando al aro y parece que la gravedad no lo afecta? Bueno, eso pasó exactamente 500 años después de que Isaac Newton describió la Ley de Gravitación Universal. Para mí, Jordan le quiso decir a Newton que eso de la gravedad no era tan así como él creía.

Hay tantas cosas conocidas y tantas otras por conocer… Y para todas necesitamos ciencia, que también nos va a venir muy bien para ser un mejor país. Para resolver problemas de la gente, de nuestra gente; para encontrar nuevas formas de fabricar cosas o para fabricar cosas nuevas, que después se puedan vender mejor que los granos de trigo (y ojo que necesitamos seguir vendiendo granos de trigo, pero también podemos descubrir cómo hacerlo mejor desde la ciencia).

Te voy a spoilear algo… ah, no tenes ni idea que significa spoilear, claro. Bueno, te anticipo algo: tu vida va a tener mucha magia… y mucho va a tener una explicación en la ciencia. ¡Curioseá siempre! Y metete en donde tengas ganas de descubrir cosas, y de hacer. Busca hacer por vos mismo, pero siempre apoyándote y pensando en los demás. Cuando compartas las cosas que vayas descubriendo en este mundo, van a ser más lindas. Pero no te desesperes por entender todo, aunque toda magia tenga explicación, a veces también es hermoso dejarlo simplemente en la magia (como cuando te enamores).

La curiosidad es un motor impresionante. Deja que ese motor lleve tu barco… todavía no sé si vas a llegar a un buen puerto, pero el camino es fascinante y hermoso.



El borrador que escribimos constantemente…y con nuevas palabras

Querido Juan:

Te escribo esta carta tratando de recordar cómo se hacía. Con los años uno se va olvidando de algunas cosas, y escribir cartas es de las primeras. Si mis cálculos son correctos, te va a llegar a los 12 años, es decir, unos 30 años atrás. No es por nada en particular, es que nunca fui muy bueno con los cálculos.

Siempre te llamó la atención el lenguaje: leer, escribir; hablar poco, escuchar mucho. Lo que no sabías es que podías vivir de eso, ¿no?

Claro; cuando un señor mayor que ni conocés se pone todo confianzudo, te pellizca el cachete, te despeina y te pregunta “¿Qué querés ser cuando seas grande?”, ni se te pasa por la cabeza decirle que en realidad te gusta leer, que te llaman la atención las palabras raras (como “escatología” o “lontananza”) y que estás muy orgulloso de no tener ni una falta de ortografía. En cambio, respondés lo que quiere escuchar: “ingeniero agrónomo”. Otros responden “médico”, “maestro” o “policía”. Pero como a vos te gusta el campo, y vas a ir a la universidad, “ingeniero agrónomo” es la mejor respuesta.

Son respuestas un poco prefabricadas, que sacás del bolsillo y quedás bien. Son rápidas, limpias y no traen problemas.

En cambio, si decís “lingüista” … hmmm… “¿y eso qué es?” te van a preguntar. Pero no van a escuchar la respuesta. Porque, en general, los grandes preguntan esas pavadas para quedar bien con otros grandes, no porque quieran saber tus opiniones.

Así que hagamos de cuenta que vos me lo preguntaste a mí: ¿qué es la lingüística? ¿para qué sirve?

Primero: la lingüística es una ciencia, pero no se hace con tubos de ensayo ni microscopios. Se ocupa de entender cómo funciona el lenguaje humano, que es algo tan enorme y diverso, que lo estudiamos de a partes. Si te interesa saber qué pasa en el cerebro cuando hablamos, oímos, leemos o escribimos, tu camino es la psicolingüística (o la neurolingüística; después de tantos años, todavía no las diferencio bien). Si querés entender cómo cambian las lenguas en el tiempo (pero mucho tiempo, más de cien años) y cómo se relacionan entre sí, de dónde vienen las palabras y qué significaban antiguamente, te recomiendo la lingüística histórica. Si te gusta el análisis sintáctico, cómo se forman y se relacionan las palabras, las clases de verbos, las preposiciones (sí, las que ves en la escuela: a, ante, bajo, con, contra, de…), entonces te recomiendo la gramática. Y si querés saber por qué los diferentes grupos de personas hablan de distinta manera, o por qué cambiamos nuestra manera de hablar cuando estamos en casa o en la escuela, te va a gustar la sociolingüística.

¿Te acordás cuando llegaste a Buenos Aires, hace dos años? Lo primero que notaste fue que la gente hablaba distinto (bueno, casi lo primero; creo que el tránsito enloquecido, los colectivos repletos y ese Obelisco gigante en la 9 de Julio también te llamaron un poquito la atención). Pero enseguida te diste cuenta de que decían muchas más “eses” que vos. O que vos decías muchas menos. ¿Y la “erre”? Un poco te patinaba y te morías de vergüenza. Nuestra manera de hablar, querido Juan, dice cosas sobre nosotrxs mismxs: quiénes somos, de dónde venimos, cómo queremos presentarnos a los demás. La experiencia individual, única e irrepetible, se organiza en códigos sociales, formas de hablar propias de una edad, un lugar, una clase social o un grupo de pertenencia.

También hay diferentes maneras de ver el mundo, y de comunicar esa visión del mundo a través del lenguaje, que se estudian a través del análisis del discurso. “Se fue la pelota a lo del vecino”, le decías a tu mamá, y la respuesta era fulminante: “¿Cómo que ‘se fue’? ¿Se fue sola o la pateaste?” (por si no te diste cuenta, las mamás y los papás son muy buenxs analistas del discurso, aunque no lo hayan estudiado).

Y un montón de cosas más.

La ciencia es un camino hermoso, aunque no siempre sea fácil. Aunque casi nunca sea fácil. Por suerte lo recorremos con otrxs, porque no se puede hacer ciencia solo. También es un camino diverso: hay quienes quieren descubrir y quienes quieren describir; quienes quieren explicar y quienes quieren comprender; quienes quieren saber cómo funcionan las cosas y quienes quieren entender cómo cambiarlas. ¿Qué es lo científico de todo esto? Que usamos métodos, que compartimos y conversamos sobre el conocimiento construido, y que sabemos que ese conocimiento puede cambiar en cualquier momento; que no es un libro único al que le agregamos páginas nuevas, sino un borrador que reescribimos constantemente.

Uy, mirá la hora que se hizo. Tengo que evaluar una carrera de posgrado, terminar de escribir un artículo, leer una tesis, armar el programa de un coloquio… Eso también es parte del trabajo científico, aunque no siempre es lo que más se ve.

Vos, tranqui.

Cuando te pregunten qué querés ser cuando seas grande, respondé cualquier pavada. Yo mismo (o vos mismo, en realidad), que tengo 42, no tengo muy claro qué quiero ser cuando sea más grande.

Lo importante es lo otro, lo que hacés ahora, que sos chico. Disfrutá de leer, o de mirar los pajaritos, o de escuchar música, o de hacer experimentos con champú, vinagre y bicarbonato. Ya vas a encontrar qué hacer con todo eso.

Te mando un beso grande. Nos vemos en 30 años.



Como pez en el agua en un mar de preguntas

Querida Caro:

Finalmente, llegó el día. Ese momento tan esperado del que muchas personas vienen hablando desde hace meses. Vos sospechás que es importante —porque estrenar un vestido y un par de zapatos en simultáneo no es algo que suceda todos los días—, aunque quizás no llegás a entender bien por qué. Y ahí estás, minutos antes de salir de casa, con toda la alegría y la ilusión de ir al acto de egreso del jardín con tus amigas, amigos y seños, aunque no llegás a comprender bien por qué hay tanta emoción en las personas adultas que te rodean. Lo que sí sabés —porque te lo dijeron varias veces— es que hoy se cierra una etapa importante en tu vida, la primera de muchas, y que algo diferente está por comenzar.

Pero hoy te escribo para contarte otra cosa, sin ánimo de adelantarte nada. A partir de hoy, vas a empezar a transitar un camino que te va a llevar por lugares que nunca imaginaste. Algo parecido a esa colección de libros llamada Elige tu propia aventura que tanto te gusta leer. Durante el resto de esa vida que comienza hoy, pequeñas decisiones te van a guiar hacia nuevos rumbos. De hecho, dentro de un par de décadas, vas a estar trabajando en temas que en algún momento fueron objeto de tu curiosidad cuando eras pequeña. Y eso es lo lindo que tiene la vida.

Algo es seguro: esa fascinación que sentís por la radio te va a acompañar durante toda la vida. La magia de la radio y la palabra, la posibilidad de llegar muy lejos con un mensaje, el arte de usar la voz para crear mundos reales e imaginarios. Tanto es así que, cuando llegue el momento, vas a estudiar periodismo y locución para poder aprender todos los secretos de la radio y sentirte como pez en el agua cada vez que se enciende la luz que indica que estás “en el aire”. E incluso, dentro de algunos años, vas a trabajar como periodista en ese mismo programa que tu mamá escucha todas las mañanas cuando te despierta, en donde suena esa cortina musical tan característica que nunca vas a olvidar.

Y ya sé: mientras posás para la foto, ahora estás pensando en otra cosa -concretamente, en esos zapatos nuevos tan lindos que molestan un poco al caminar-. Pero dejame distraerte un poco, así no te molesta tanto el zapato, y contarte qué vas a estar haciendo un día como hoy, dentro de 40 años.

Antes de llegar a ese día, vas a vivir muchas etapas inolvidables: por ejemplo, conducir un programa de radio sobre ecología, trabajar en radio y tele buscando y contando historias, ser corresponsal de una radio de un país de otro continente. Pero un día como hoy, cuando seas grande, vas a dedicarle horas y horas a una tarea que te apasiona: buscar la mejor manera de informar sobre uno de los grandes problemas de nuestro tiempo y, a la vez, motivar a las personas para buscar soluciones que nos permitan enfrentarlo. Vaya desafío, ¿no?

Si en vez de escribirte estuviéramos conversando, me estarías preguntando: “¿Y cuál es ese problema?”. Como buena futura periodista, sé que te gustan las preguntas. Así que me adelanto y te respondo: el cambio climático. Dentro de algunos años (para vos, para mí es el presente mismo), la ciencia va a demostrar que la actividad humana hace que el clima de la Tierra esté cambiando y que eso tenga diferentes consecuencias. Por ejemplo, que la salud de las personas y del planeta se vea afectada. Y ante ese escenario, vas a tener un doble desafío.

Por un lado, buscar la manera de acercar lo que la ciencia sabe sobre el cambio climático a aquellas personas que toman decisiones importantes para nuestras vidas y, en particular, a quienes tienen la misión de cuidar nuestra salud. Porque si, como te conté, la ciencia muestra que el cambio climático tiene impactos sobre nuestra salud, las personas que se dedican a curar enfermedades tienen que estar preparadas y, a la vez, pensar cómo hacer para prevenir esos impactos —no solamente aprendiendo cómo responder ante las consecuencias, sino ocupándose de las causas del problema—.

Por otro lado, vas a dedicarte a estudiar qué papel juegan los medios de comunicación en todo esto: si se ocupan del cambio climático con la importancia que merece, si lo ven como un problema que afecta la salud de las personas y si, además de mostrar la gravedad del asunto, también reflejan cuáles son las respuestas que como sociedad estamos desarrollando para enfrentarlo. Para eso, además de investigar qué hay detrás de las noticias, vas a trabajar para ayudar a periodistas que quieran contar historias sobre cómo el cambio climático impacta en nuestra salud -y cómo todo lo que hagamos para evitarlo también puede tener consecuencias positivas para nuestras vidas-.

Como verás, no es tarea sencilla. Pero siempre te gustaron los desafíos y ahí estarás, buscando la manera de transmitir mensajes que muestren la gravedad del problema, pero que también abran la puerta a diferentes soluciones y, sobre todo, sirvan para que las personas sepan que tienen el poder necesario para cambiar el horizonte hacia el que la ciencia dice que nos encaminamos. Porque sabés que lo peor que puede pasar es que las personas sientan que no queda nada por hacer. Interesante, ¿no?

Para llegar a ese día, vas a haber transitado por diferentes etapas: la escuela, la universidad, las experiencias laborales, los viajes, los encuentros con personas de diferentes culturas, entre otras. De cada una de esas etapas, te vas a llevar algo que te va a servir para poder encarar este desafío de la mejor manera posible. Y vas a querer seguir aprendiendo todo el tiempo, porque esa curiosidad que hoy te lleva a hacer muchas preguntas te va a acompañar durante toda la vida.

Así que seguí así, con esas ganas de preguntar y escuchar. Con el tiempo, vas a estar convencida de que la comunicación cumple un rol fundamental en nuestra sociedad, con la esperanza puesta en que un mensaje a tiempo puede ayudarnos a cambiar para mejor. Y hoy, disfrutá mucho del cierre de esta etapa de jardín. ¡Ah! Antes de salir, ponete una curita en el pie, justo ahí donde el zapato nuevo te molesta al caminar. Yo sé por qué te lo digo…

Con cariño,

Caro (tu yo del futuro, 40 años después)

Sitio Web | Ver más publicaciones del autor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *