La Ciencia y Tecnología argentina se defiende…y esto recién empieza

Nodo Córdoba
Cecilia Agonal

Primero, una aclaración: esta nota, más que ser escrita sólo por mí, es la puesta de palabras que fueron manifestadas anteriormente por otrxs. Lo que leerán a continuación es un relato construido a partir de experiencias y sensaciones expresadas por integrantes del Festival Elijo Crecer – Nodo Córdoba y por personas que compartieron este encuentro de y con las ciencias, en el marco de una coyuntura que pone en riesgo la continuidad del entramado científico, tecnológico y universitario en Argentina. 

Elegimos creer y luchar

El pronóstico marcaba lluvia torrencial desde hacía una semana, pero el mensaje de Pablo a las tres de la tarde del día anterior fue: “Gente, avisen, no se suspende por lluvia” y con esas palabras redoblamos la apuesta. Nuestra voluntad y convicción por la defensa del sistema científico nacional y sus trabajadorxs seguía intacta. Tal como nos habíamos comprometido, llevaríamos adelante la convocatoria masiva y federal que nos unía en una misma causa.

Si hubieran visto nuestras caras desahuciadas abajo del techo del Campus Virtual de la Universidad Nacional de Córdoba a las 8 de la mañana del 6 de abril, no hubieran creído todo lo que se generó después. Entre medio de mates y criollos nos preguntábamos “¿Cuánto hacía que no llovía así en la ciudad?”, rogando que el agua frene en algún momento. El día se presentó tal como esperábamos, “llovió a baldes” (la gente del Servicio Meteorológico Nacional sabe), pero nuestro optimismo basado en evidencia nos indicaba que teníamos que aferrarnos al dicho “a mal tiempo buena cara”. Éste no era el primer camino sinuoso que atravesábamos. Para ese momento el grupo tenía consciencia de que había una dirección clara: perseguir a esa ciencia rebelde.

Celebramos el encuentro

Y, así, empezaban a presentarse abajo de paraguas y pilotos esas almas sensibles, pasionales y con ganas de dar el corazón para compartirlo en conjunto, para descubrir nuevas formas, resolver problemas e innovar respuestas, esas almas que siguen poniendo y moviendo las piezas de un rompecabezas que pretenden desarmar. Venían en búsqueda de tender puentes desde y con la ciencia y la educación pública. Se acercaban para conocer, experimentar y divertirse con las investigaciones cordobesas, fundamentales para el desarrollo y la soberanía nacional.

“Desde afuera se vio hermoso, interesante, un hormiguero. Una pena el clima, pero felicitaciones”, decía una de las coordinadoras de la Feria Agroecológica, organización trampolín para que esto suceda. Desde adentro podíamos ver infancias con la misma cara de concentración y sorpresa que personas adultas a su lado. “Poder pasar por los stands ese día me hizo sentir como un nene en un parque de diversiones por un ratito y realmente me sentí muy contento de poder conocer distintas áreas de la ciencia de una manera tan amigable y sencilla”, expresó Pedro.

El aval de 14 instituciones públicas, más de 2000 personas circulando entre las 10 y las 15, una feria con 31 stands y una radio abierta con una propuesta de pluralidad disciplinaria nos demostró, entonces, que hay algo que sostener, cuidar y preservar en nuestro sistema científico-tecnológico y que tenemos el desafío de seguir apelando a la creatividad para continuar conectándonos con nuestras comunidades, desde la horizontalidad.


El optimismo basado en evidencia, que ya se nos hizo slogan, nos indica que somos muchxs, que no estamos en soledad y que tenemos muchas capacidades que no sabíamos. Este es el puntapié inicial para seguir construyendo lazos con la sociedad y derribar prejuicios.

El corazón sobre todo

“Escribir esto que hoy siento me emociona y me llena de esperanza, aunque mañana vuelva a ofuscarme y sienta que está todo perdido. Yo vengo a ofrecer mi corazón. Tanta sangre que se llevó el río. Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Este mensaje nos enviaba Victoria algunas horas después al grupo de WhatsApp que tenemos, mientras la canción sonaba en mi casa en ese mismo momento. Lo leí cantando. Siempre habrá alguien dispuesto a ofrecer su corazón a pesar de todo. Y ese corazón siempre será capaz de contagiar a otro, y a otro, y a otro hasta hacerse invencible. El seis de abril en el Festival Elijo Crecer hubo mucho, pero mucho corazón contagiado. Otra vez, optimismo basado en evidencia. Y si no, ¿qué?

Nodo Bariloche
Melina Barrionuevo

El 19 de noviembre de 2023 todo mi mundo se vino abajo. Había cuestiones de principios y de derechos básicos que se veían interpelados por el nuevo presidente. La desesperanza a partir de ahí fue creciendo en muchos de nosotrxs. Personalmente me resultaba difícil enfocarme en el trabajo y concentrarme. Cuando vi esta propuesta demente en Twitter, no lo dudé.

Organizar este festival fue reparador, la acción es esperanzadora, y eso fue lo que hicimos: accionamos, como pudimos, con las herramientas que tuvimos. Así, agregamos nuevas cualidades a nuestra lista de científicxs argentinxs. No solo contestamos preguntas a través de un método científico, para lo cual preparamos nosotros la logística de las campañas, compramos los insumos buscando presupuestos, arreglamos o creamos las herramientas que necesitamos -porque casi nunca podemos comprar directamente lo que queremos-, conseguimos y administramos los fondos, formamos científicxs, damos clases, somos especialistas en estadística, redacción científica, aprendemos inglés a como sea, divulgamos nuestro trabajo en la sociedad… sino que, ahora, también organizamos eventos masivos y federales. Miren si nos van a faltar salidas laborales, no es por ahí.


Bariloche es una de las ciudades más importantes tecnológica y científicamente del país, en donde hay personas que estudian desde las neuronas, los reactores nucleares, pero también su cuidad: el genocidio indígena en Río Negro, la dinámica de nuestros bosques, los animales de la zona, el efecto de las urbanizaciones en la naturaleza -sí, esa naturaleza de la cual todos los que viven del turismo viven-. Juntar a todas estas personas tan diferentes, de distintas instituciones, bajo un mismo objetivo en común, defender la ciencia pública, fue muy fácil.

Por primera vez en Bariloche, toda su ciencia se reunió bajo un mismo techo, piel de gallina y orgullo de ver la variedad científica y la calidad de lxs científicxs que puede tener una ciudad que mayormente solo es conocida por el turismo. En esta parte de Argentina todo se fue gestionando y armando con espontaneidad y naturalidad, con un núcleo de personas que no nos conocíamos (porque la idea fue que esté representada cada institución de Bariloche), pero entre las cuales dividimos las tareas y trabajamos a la par incansablemente. La participación de investigadorxs y becarixs fue masiva. Hubo una necesidad de juntarnos, de contarle a la gente lo que hacemos, por qué lo hacemos, que impacto tiene en su vida diaria. Tenemos una necesidad que la comunidad nos apoye en esta lucha, porque es mentira que somos un gasto. Gasto son las extensiones impositivas a Galperín. Sí, hicimos mucho esfuerzo. Sí, fue muchísimo trabajo, pero fue con tanta ganas y tan acompañados entre nosotrxs que fue muy fácil.

El día del festival no hubo tiempo de pensar que nos podía ir mal. Lo dice una pesimista crónica. Desde antes del horario de apertura, cuando aún estábamos poniendo nuestros experimentos en las mesas, las familias empezaron a entrar, a mirar, a tocar, a preguntar. Y después explotó, igual que nosotros de felicidad. Las caras de lxs compañerxs quedándose sin voz contando sus trabajos una y otra vez, las caras de los padres y madres no pudiendo creer que todo eso se hace en su ciudad, los artistas que nos acompañaron gratis y nos emocionaron, los nenes y las nenas corriendo de un stand a otro, queriendo verlo todo al mismo tiempo: la lupa, los fósiles, el magnetismo, los cristales cristalinos de Adriana Serquis, los nidos de aves. El rector del Centro Regional Universitario y las directoras de CCT Patagonia Norte contándole la situación del sistema universitario-científico a lxs barilochenses, lxs becarixs con su Rayuela Científica mostrándole a lxs niñxs el esfuerzo que conlleva llegar a donde llegamos y por ahí, de repente, salía un humo del stand de química y todos gritaban y aplaudían a la vez. Fue magia, fue un apapacho al alma, fue alegría y compañerismo.

Queremos agradecer a la Subsecretaría de Cultura del Municipio y al Museo de la Patagonia, al SOYEM y al UNTER, a Alma Mestiza, La banda Atómica y los Fantasmas del Cuartel por su música, y a la confitería del San José Obrero con los tostados más ricos de Bariloche. Queremos agradecer a la comunidad que se acercó, sentimos que había mucha necesidad también de parte de ellxs de ver qué hacemos, algo sobre lo que tenemos que reflexionar entre nosotrxs. Nos quieren destruir, desmembrar de a poco, nos quieren tildar de ñoquis, de indispensables, pero todo lo que van a lograr es unirnos y despertarnos. Podemos ser un país gigante con la ciencia a la cabeza. Con Nada logramos Todo, como siempre, porque somxs científicxs argentinxs, y por eso no nos paran más.

Nodo Balcarce
Gabriela Massa

El 6 de abril, Balcarce se unió al Primer Festival en Defensa de la Ciencia Argentina, Elijo Crecer. Este extraordinario evento fue precedido por una intensa preparación. Todo comenzó durante unas vacaciones, mientras navegaba por la red social Twitter, donde encontré una convocatoria de Valeria Edelsztein para participar en un festival en defensa de la ciencia. Así fue como, unos días después, comenzó a gestarse el Nodo Balcarce. Al principio, algunas personas se unieron tímidamente, sin saber exactamente qué podríamos hacer, pero estaban de acuerdo con los principios de la convocatoria. Conforme fuimos reuniendo un número considerable de personas, nos pusimos en contacto con el grupo organizador. Durante una reunión virtual, compartimos ideas y nos entusiasmamos con las posibilidades. Iniciamos las gestiones administrativas, como solicitar avales institucionales y permisos municipales para utilizar la Plaza Libertad (plaza central de la ciudad) así como disponer de electricidad, entre otras cosas.

A pesar de los desafíos, todo comenzó a encajar poco a poco. Como las buenas acciones llaman a otras buenas acciones, en el acto por el Día de la Memoria, Verdad y Justicia, el 24 de marzo, dos bandas locales y un sonidista se sumaron al festival. También recibimos un gran apoyo de APINTA, el gremio de trabajadorxs de INTA. Finalmente, llegó el 6 de abril y éramos muchxs. Con algo de temor e incertidumbre, comenzamos a montar los stands. El día era precioso, posiblemente el último día de verano en Balcarce. Con el pasar de los minutos, familias llegaron con sus mates, bicicletas y patines de sus hijxs para disfrutar de una tarde de ciencia, juegos, arte y, sobre todo, de intercambios enriquecedores. Escucharon nuestros reclamos con respeto y nos apoyaron. Creemos que la mayoría estuvo de acuerdo en que la ciencia es parte integral de sus vidas y que un país sin ciencia propia carece de soberanía.


Lxs niñxs fueron lxs protagonistas destacados del evento. Sus rostros asombrados y su entusiasmo en cada actividad fueron conmovedores. El futuro que representan debe protegerse y, por eso, defenderemos esta red federal con todas nuestras fuerzas. Quiero destacar dos aspectos: el grupo humano que se formó en el Nodo Balcarce, porque sin entusiasmo y nuevas ideas, ninguna gestión es posible; y el excelente equipo gestor y organizador, Vale, Claudio, Nadia y Pablo, que resolvieron todos los problemas y contuvieron a muchas personas.

Esto recién empieza. ¡Hay Elijo Crecer para mucho más!

Nodo Ushuaia

Lo que se logró con este festival federal por la ciencia argentina nos llena de admiración y esperanza. No por el resultado -que fue alucinante a lo largo y ancho del país, y queremos seguir brindando por eso un buen rato-, sino por lo que significó el proceso:  un encuentro de personas llenas y rellenas de amor, voluntad y desesperación por sostener lo que somos, lo que tenemos, y por sostenernos mutuamente; el encuentro de voluntades, de hacer, de aprender a dialogar desde lugares y mundos medianamente distintos, y de enfocar en objetivos comunes. Personas no dispuestas a dejarse avasallar por nada, y, en cambio, con disposición total para dar batalla. Personas con tanta grandeza que quieren hacer en conjunto, rastrear cómplices ideales para cada tarea, inventar lo que falta, y pasar postas, reemplazar a quien necesita el cambio, tender manos a quien flaquea, y dar el respiro a quien precisa.

La angustia de ver la destrucción de nuestras instituciones avanzando en tiempo real y personificada en nuestrxs compañerxs es tan grande que no se puede explicar. La organización y fortaleza para enfrentar esto no están. Venimos de semanas de actividad desesperada desde cada institución participante, tratando de hablar con la gente y contar el desastre. Y si bien mucha gente acompaña, la cantidad de gente que no, no es para nada despreciable en número, y ese golpe de realidad es letal. Y, en este caos, la convocatoria que generó el Festival del sábado, a pesar de la lluvia y la nieve, a pesar de la desesperanza, a pesar del cansancio, fue un alivio al alma, una recarga de energías, un volver a respirar, un volver a sonreír.

Sabemos que esta no es ni la primera ni la última pelea que daremos, y que, aunque no nos quede nada adentro, daremos la batalla igual, porque ¿qué otra cosa vamos a hacer, si no? Pero esto que se hizo el sábado y la escala a la que se hizo, el respeto, comunidad y empuje a nivel federal. La convicción y la construcción nos llenó de esperanza. Si somos esto, si podemos esto, vamos a poder torcer todo. No tenemos dudas. Ya estamos listxs para seguir.

Nodo Chascomús
Tomás Blanzaco, estudiante de Ingeniería en Agrobiotecnología de la UNSAM (Instituto Tecnológico de Chascomús)

Para comenzar, cuando me enteré del evento que se estaba organizando en X, quise inscribirme para mostrar mi apoyo y mis ganas de defender al sistema científico argentino. Al principio éramos pocxs lxs que nos habíamos anotado en el nodo Chascomús y empezamos a tirar ideas de qué cosas podríamos hacer para atraer gente al festival y mostrar lo que hace un científic/a en su día a día. Comenzamos a invitar a más investigadores y estudiantes del INTECH y, así, se fueron sumando cada vez más personas a la organización del festival, y, con ellxs, más ideas para llevar a cabo.

Entre las propuestas que surgieron estaban las de organizar charlas sobre los trabajos que se llevan a cabo en el INTECH y sobre por qué es tan importante el desarrollo científico en nuestro país. También se nos ocurrió generar espacios en donde se realicen experimentos, se muestren distintos materiales biológicos en la lupa y el microscopio, y donde haya juegos para los más chicos.

Además de las actividades científicas, quisimos agregarle una impronta cultural al evento, por lo que sumamos bailes y música en vivo. También contamos con el acompañamiento de Carlos Almeida, quien acercó al festival una obra llamada “Aerocene” creada por el arquitecto argentino Tomás Saraceno.


La municipalidad de Chascomús participó a través de la Subsecretaría de Ambiente, contando los trabajos que se llevan a cabo desde la municipalidad de Chascomús, proponiendo también actividades y juegos para los más chicos y colaborando con los domos donde se instalaron los stands del festival.

El lugar donde se decidió realizar el festival fue en el Paseo de los Artesanos. Llegado el día del evento, nos juntamos una hora antes a preparar todas las cosas. En el stand de las lupas y microscopios éramos tres personas inicialmente: una investigadora, una estudiante de doctorado y un estudiante de grado. Esto demuestra el compromiso de diferentes actores del ámbito científico, que, en colaboración, aportaban su conocimiento para responder las preguntas de la gente que se acercaba. Aun cuando no habíamos terminado de acomodar las cosas, ya había niñxs preguntando si podían acercarse a ver lo que hacíamos. Lo mismo sucedió en el stand de los experimentos, donde dos compañeros de la carrera estaban haciendo fluidos no newtonianos y tenían algunos espectadores desde antes de arrancar.

A medida que pasaba el tiempo, iban llegando más y más familias, hasta el punto de que había gente que observaba en el microscopio y no llegábamos a contarles sobre lo que estaban observando. En ese momento, otros investigadores del INTECH que vieron esa cantidad de gente en el stand se sumaron a dar una mano respondiendo las preguntas. Esto me hizo sentir muy bien porque estábamos ayudándonos entre nosotrxs para que todo salga bien.

Teníamos la oportunidad de contarle a las personas la importancia de la ciencia para la sociedad, de por qué es importante lo que estudiamos y qué se puede hacer con ese conocimiento que se adquiere. La gente se acercaba a ver hongos, algas, parásitos, cortes histológicos y preguntaba mucho. Pero lxs chicxs no se limitaban a ver solo los materiales que nosotros habíamos preparado. Una nena vino y me preguntó: “Si traigo una flor, ¿podríamos verla en la lupa?”. Claramente le dije que sí, ella salió corriendo, me trajo la flor de Bignonia rosa (Podranea ricasoliana) y me empezó a hacer muchas preguntas relacionadas a lo que estaba viendo. En otro momento, un artesano y su hijo me preguntaron si podían ver en la lupa unas piedras que él vendía, entre las que se encontraba una pirita. También acepté claramente porque sentía curiosidad de cómo se podría ver, cuando pude enfocar la lupa en esta piedra me sorprendí las estructuras que pude observar y me surgieron algunas preguntas a mí sobre eso, ya que no es mi área de conocimiento.

Pero en este momento pasó algo muy curioso y enriquecedor: en la fila para ver la piedra había una estudiante de geología de otra universidad, que nos comenzó a explicar a qué se debían los distintos colores que observábamos y las estructuras, además de que pudo responder nuestras preguntas. Esto me pareció esperanzador, porque con sus ganas de observar cosas con las que conviven como las piedras o algo que les gusta como la flor en la lupa, estaban haciendo ciencia. Se estaban preguntando cosas como: ¿Qué es lo que estoy viendo? ¿Para qué sirve esta estructura de la flor? ¿Qué puedo encontrar al ver esta piedra en la lupa? ¿Por qué tiene esa forma y color?

Este tipo de preguntas son las que se hace alguien que hace ciencia y las que intenta responder haciendo distintas observaciones y/o experimentos. Estas preguntas pueden parecer simples y sin ninguna finalidad más que conocer sobre lo que estamos viendo, pero, en realidad, nos ayuda a entender mucho mejor todo lo que nos rodea, el ambiente, los seres vivos, entre otras cosas y con este conocimiento poder hacer algo que nos beneficie a todxs.

La tecnología se construye sobre una base de conocimiento acumulado a lo largo del tiempo. Este conocimiento proviene de diversas fuentes, como la investigación científica, la experimentación práctica, el análisis de datos, entre otros. Este conocimiento está en constante expansión y se perfecciona, lo que es necesario para refinar una tecnología o producir algo nuevo. Es importante destacar que el proceso de desarrollo tecnológico muchas veces implica años de investigación y pruebas antes de que los resultados deseados se materialicen. Esto se debe a que la creación de nuevas tecnologías o la mejora de las existentes implican resolver problemas complejos o a veces hasta realizar nuevos descubrimientos.

Siento que este festival fue muy enriquecedor debido a que, además de ser una defensa del sistema de ciencia y tecnología, también informó mucho sobre qué se investiga en los institutos de toda la Argentina. Demostró que mucha gente quiere seguir dedicándose a lo que ama y le apasiona y, por último, pero no menos importante, creo que también sirvió para motivar a muchxs chicxs a dedicarse a la ciencia y responderse las preguntas que les surgen al observar todo lo que les rodea.

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