Orgullosamente natural

Ilustración: Jeremías Di Pietro

Parece que ya pasó, que se terminó. Ese glorioso mes en el que se puede escuchar a Cher, Raffaela Carrá y Gloria Trevi, cantando, animándonos a disfrutar y vivir lo diverso en nuestras pieles, en nuestra ropa y, ¿por qué no?, en nuestra naturaleza. Pero en Entre tanta ciencia no nos importa y seguimos celebrando el Orgullo todo el año. Sí, aunque los administradores de la pobreza se empeñen en querer cercenar la diversidad prohibiéndonos nombrarla, ella está ahí, en cada persona orgullosa de ser quien es y también en el universo de lo “natural”.

¿De qué habla? ¿Diversidad y orgullo en la naturaleza? Si, así es, y te lo voy a demostrar. Porque si bien tenemos muy repasado ese discursito de morondanga de que en la naturaleza sólo hay machos y hembras, dejame decirte que eso es tan falso como esa persona conocida que sólo te llama cuando necesita plata. El único lugar donde sólo se encuentran esas dos opciones es en la industria de la electricidad, más precisamente en los enchufes. Porque lo que es la naturaleza… mmm, si te molesta el arcoiris mejor no sigas leyendo esta nota, o se te va a parar… ¡EL CORAZÓN!

Como muchas personas, yo pensaba que naturalmente todo existía de manera binaria, simple y violento. Que los machos son territoriales, que como generaban más gametas copulaban sin ton ni son y que las hembras eran celosas de sus crías, dedicadas y sumisas. Entre esas dos figuras prototípicas no había NADA. Y obvio que ese cuentito me llevaba a justificar si algún novio tenía respuestas moderadamente violentas o si buscaba otras parejas sexuales (sin ser una relación abierta). Claro… “era el instinto”, decía y lo creía así. Pero, por suerte para mi ornamenta frontal, un día me enteré que lo que yo asumía como natural era un verso grande como el pinkwashing (dícese del proceso por el cual las empresas se ponen los colores del orgullo, pero no articulan ningún tipo de política inclusiva. O como le decimos en el barrio: hacer carpa para la gilada). Y sí, adivinaste: muchas empresas hacen pinkwashing durante todo el mes del orgullo.

Resulta que esa forma de pensar tiene nombre y es un fenómeno plagado de sesgos de género. Se trata de la Babuinización de la primatología. Hasta los años ‘70, los especialistas que trabajaban en el tema observaban a los primates buscando comportamientos y patrones comunes y tomaron de ejemplo a los babuinos. En esta especie, los machos son especialmente violentos, someten a las hembras para copular y ellas son sumisas.  Entonces, estos genios no tuvieron mejor idea que plantear que este comportamiento era la regla general para todos los primates, incluidos los seres humanos ¡Mirá qué bien! Tenías más cerca a los monos bonobos, que resuelven todos los problemas con sexo, pero ¡no! Vas y tomás como ejemplo para hacer la regla a estos otros, que son más machirulos imposible.

Este sesgo se producía porque quienes observaban a los primates se centraban en lo que les resultaba conocido y no le daban mayor importancia a las actividades que realizaban otros integrantes de la manada. Que si la hembra estaba adoptando huérfanos, que si los más viejos estaban enseñando a usar herramientas a los cachorros, que si los juveniles se solidarizaban para juntar comida… nada. Todo eso era insignificante para los científicos, que sólo registraban las peleas entre machos y las palizas que les daban a las hembras.

Pero, ya lo dijimos, la naturaleza es diversa y no tiene nada de binario ¿Te acordás de los bonobos? Bueno, las hembras, cuando están aburridas o hay un pleito, lo resuelven teniendo sexo entre ellas y solo tienen sexo con machos para fines reproductivos. Ah, ¡pero ese dato nadie me lo dio en la facultad! No, siempre centraron los ejemplos en los animalitos que representaban la heteronorma, binaria y patriarcal. La regla de oro: los caballitos de mar solo tienen una pareja toda su vida. Sí, puede que sea así, pero también sepan que quien carga a la próxima generación en su cuerpo es el macho, que tiene un bolsillo para tal fin y, por lo tanto, asume al 100 por ciento su rol de cuidador (ver un caballito de mar embarazado es lo más lindo del mundo, por cierto). Nos contaron la historia por la mitad.

Ahhh, y ¿cómo olvidar el ejemplo de los pingüinos? Amor para toda la vida en la Antártida. Pero seguro que nadie te contó que estoso bichos no sólo son adorables, si no que, además, suelen tener sexo entre bichos del mismo sexo, e incluso practican la necrofilia. Para ser justa, esto es relativo; en realidad cuando una de estas aves muere queda congelado, caído en la misma pose que cuando copulan, así que el macho envalentonado no distingue si lo que tiene enfrente es un pingüino o una pingüina, si lo está esperando o está muertito, pero en nuestros términos es necrofilia. Incluso, en muchas especies de pingüis suele suceder que empollan huevos huérfanos entre animales del mismo sexo si es necesario. Y no me imagino a otros pingüinos diciendo: “¡con mis huevos no te metas!”.

El año pasado se registraron casos de partenogénesis en cóndores de California, Estados Unidos.


Y ya que estamos en el sector aves te cuento que el 30 por ciento de las mismas tiene comportamientos que las personas consideramos homosexuales. Porque no nos olvidemos que sexualidad -y por lo tanto todas las clasificaciones que surgen de ella- son categorías humanas y políticas. Son formas de nombrar las identidades de género, las orientaciones sexuales, las expresiones de género, indispensables para reconocerlas pero que, en la naturaleza -si es que existe como tal- y nada más, no tienen nombre, sólo son.

Si todavía no te convencí de que la naturaleza de natural no tiene nada, y que es una construcción por parte de quienes la observan (porque cargan con sus propios sesgos, creencias y preconceptos a aquello que están observando), voy a subir la apuesta. Por ejemplo, ¿cuántas veces escuchaste que en los océanos podemos encontrarnos especies que transicionan de un sexo biológico al otro? Sí, hay seres que lo hacen, eso es totalmente “natural” y están más cerca de lo que creemos. En la película Buscando a Nemo, el protagonista es un pez payaso. Marlin, el “papá” de Nemo (técnicamente es el que dona el esperma, la imagen de papá se la asignamos las personas, en eso estamos de acuerdo ¿no?), en la naturaleza, ante la pérdida de la “mamá”, hubiera desarrollado ovarios y óvulos y… bueno, posiblemente se hubiera apareado con Nemo. Claro, ni a Disney ni a los libros de textos se les ocurre contar esto, imaginate ¡quescandala!

Volvamos a Nemo, a la peli. ¿Te acordás del pez abisal, que es más feo que pegarte el dedo chiquito cuando te levantas a hacer pis a la noche? Es feo, es malo y es voraz, pero sobre todo … es ella. Sí, en esta otra especie las hembras tienen ese aspecto, los machos son muy pequeñitos y se relacionan de manera rara. Cuando están para reproducirse, muerden a la hembra y se fusionan. Luego el cuerpo de ella genera unas enzimas que degradan todo en el cuerpo de él MENOS los testículos. Sí, el machito (no Ponce) queda reducido a una vesícula que le da espermas cuando ella lo necesita. ¿Por qué nunca nos dijeron que eran hembras? ah, ya sé, porque las hembras deben verse todas adorables y rozagantes.

El pez abisal, de Buscando a Nemo es una hembra. En esta especie. los machos son muy pequeñitos.


Siempre nos contaron los ejemplos a imagen y semejanza del patriarcado, los casos donde las hembras son dominantes son “la excepción”, como la viuda negra (una araña) y la mantis religiosa. Pero si hay tantas excepciones, capaz que no hay regla, capaz a alguien le convenía que nos comiéramos el verso de que los animales con una pareja para toda la vida eran ley.

Y si hablamos de hembras fuertes… bueno, tenemos algunas que directamente prescinden de los machos. Las lagartijas cola de látigo pueden reproducirse tranquilamente sin ellos por un proceso que es muy común -pero no es tan fácil que te lo cuenten en la escuela- y se llama Partenogénesis. Acá hay una variedad muuuy grande de especies que la llevan a cabo. Desde rotíferos (bichitos unicelulares) hasta cóndores, pasando por anélidos, anfibios, tiburones, reptiles e insectos. Las abejas son otro gran ejemplo de esto. Y fijate qué curioso que Parteno-génesis significa: “que nació de una virgen”, onda dónde le viste la virginidad a una abeja reina, Ricardo… La cuestión es que si bien es un proceso que se encuentra en una variedad tan grande de especies, sigue apareciendo como curiosidad en recuadros de los libros, de algunas revistas o como videos innovadores en redes sociales. Porque, a fin de cuentas, la heteronorma está asumida hasta en los gusanos que parasitan nuestras tripas.

No se puede negar: en la naturaleza hay de todo, y eso es bueno: la diversidad es indispensable para la evolución de las especies. Lo único que no existe en otras especies es la fobia a lo distinto (inserte aquí: homo- trans- lesbo-). En ninguna especie (nada, cero) en ninguna, decía, hay crímenes de odio hacia quienes son distintos. Así que, si querés sentirte orgullosamente natural no esperes a que vuelva a llegar junio, este día y cada día, SENTITE ORGULLOSX DE SER DIVERSX que a la naturaleza le gusta esto.

Daniela Garanzini
CCT CONICET Mar del Plata | Ver más publicaciones del autor

Dani Garanzini es marplatense por adopción. Estudió Biología y trabajó en ciencia de laboratorio durante más de 10 años. El teatro, la docencia y la comunicación empezaron a ganar terreno en su vida cuando promediaba el doctorado en Ciencias Biológicas. Ese mismo camino le enseño que la ciencia no sirve si no se comparte y, así, se sumergió en el mundo de comunicar la ciencia a tiempo completo. Tarea que hoy realiza en diferentes formatos y plataformas, con tantas ganas como errores, pero con la convicción de que la comunicación de la ciencia es un puente inevitable e imprescindible.

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