*Por Sabrina Aguilera (especial para Entre tanta ciencia)
Para las personas que amamos el océano, puede ser difícil dejar de lado el romanticismo y la mirada emotiva, y reducirlo, por decirlo de alguna manera, a una compleja y extensa “solución salina, con un gran número de elementos químicos, gases disueltos y nutrientes, especies vegetales y marinas”, tal como lo definen los diccionarios.
Mara Braverman logra combinar ambas miradas desde su pasión por el mar, su vocación por la conciencia social y su profesión como bióloga. El océano y Mara parecen compartir muchas coincidencias: sus distintos niveles de profundidad, su movimiento permanente, sus densidades, sus diversidades, sus misterios y riquezas.
De sus movimientos
Mara nació lejos de los encantos del mar, en Wilde, Avellaneda, y luego de un recorrido por jardín, primaria y secundaria estatales, eligió como carrera las Ciencias Biológicas con orientación Acuática en la Universidad de Buenos Aires (UBA). Se graduó en el 2004 y comenzó a buscar becas para realizar el Doctorado. En 2005, tuvo una entrevista en Mar del Plata que cambió el rumbo de todo.
Allí consiguió su beca de investigación para realizar el Doctorado en Ciencias Biológicas y comenzó a trabajar en el Instituto Nacional de Investigación y Desarrollo Pesquero (INIDEP) desde 2014. Y donde actualmente se desempeña en tareas de gestión de investigación, en el área de Secretaría Técnica de la Dirección Nacional de Investigación.
Sin embargo, su pasión por el océano había comenzado mucho antes. Mara define su hobbie como “nadar, nadar y nadar…desde los 5 hasta los 24 años nadé casi ininterrumpidamente. El agua es mi medio. En la secundaria y facultad competía en equipos no federados. Una vez, en aguas abiertas. Debajo del agua me siento como en casa”.
Y recuerda: “Desde que tengo memoria quería ir a la playa. Soñaba con el mar. Por lo que me contaron, me llevaron a verlo al mes de nacida. Al año ya iba con mi familia a la playa de Las Toninas y de Necochea. Cuando aprendí a escribir, tenía cuadernos con frases dedicadas al mar y también escribía poesías o sensaciones sobre él y sobre los delfines y las ballenas, que eran mis animales preferidos. Soñaba, vivía soñando y mirando películas relacionadas al océano”.
De sus profundidades
De alguna manera, Mara fue dando pequeños pasos para acercarse cada vez más a ese sueño. A sus 16 años viajó con su familia a Puerto Madryn a ver a las ballenas y realizó su primera “inmersión” en el fondo del mar con un bautismo de buceo. Algunos años después vino el curso profesional en el Centro de Actividades Subacuáticas Escualo, experiencia que le brindó muchos viajes de buceo y amigxs en el camino.
Otro sueño se cumplía cuando logró radicarse en una ciudad marítima como Mar del Plata, que le permitió disfrutar de sus bellezas, realizar su Doctorado (financiado por beca ANPCyT primero y CONICET después) con orientación en oceanografía biológica para luego iniciar su carrera profesional en el INIDEP, donde fue becaria, investigadora y, actualmente, continúa con sus tareas de gestión en investigación.
“Cuando me mudé a Mar del Plata, además de desarrollar mi beca doctoral, nadaba mucho y me hice socia de un Club de Buceo. Empecé a bucear todas las semanas, todos los domingos, y, luego, empecé a ayudar mucho allí y otros entornos sociales porque la parte social-educativa de acompañamiento a otrxs siempre me interesaron. Ahí me desempeñé como ‘monitora’ de buceo, ayudando a los estudiantes de los cursos de buceo en la pileta a aprender los ejercicios. Y, luego, en sus primeras salidas a bucear en el mar”, afirma Mara.
Ante la pregunta de por qué el océano es importante para ella, Mara reflexiona emocionada: “No sé si podría responder esta pregunta. Realmente hay algo que me atrae. Más que nada el agua es mi medio. De chiquita anhelaba que me crecieran branquias para poder respirar porque era lo único que me faltaba para quedarme abajo. Yo siento que el agua me cobija, me sostiene. Por muchos años, fue el único lugar donde mis pensamientos se frenaban por completo y estaba allí, completamente presente”.
Y agrega: “Me maravillan los procesos del océano, su poder, me asombra cómo los astros influyen en él, sus movimientos. Y también mucho del romanticismo que sobre él existe, el horizonte en el mar, atardeceres y amaneceres que llenan el alma, que ayudan al encontrarse uno con sus pensamientos. El sonido del mar me tranquiliza”.
Como parte de su recorrido en la investigación pesquera, Mara realizó más de 25 campañas oceanográfico-pesqueras, con 261 días navegados, embarcada en los Buques de investigación Capitán Canepa, Victor Angelescu, Austral, Holmberg y las embarcaciones menores del INIDEP, entre otras.
Sobre esto, rememora: “Cuando fue mi primera campaña embarcada en 2005, en el Buque Canepa, estaba inmensamente emocionada, sentía adrenalina, miedo, todo junto. Mi tarea era el lance con una red para pescar juveniles de peces y, luego, lance de plancton para pescar larvas de corvina. Sabía que me iba a marear porque me mareo hasta en el colectivo, pero no me importaba. Estuve esos tres días en el camarote viendo el techo girar y yendo al baño. Luego de eso, cada situación vivida fue increíble: aprendí a diferenciar las especies de peces capturadas en la cubierta del barco, aprendí a tirar al agua la red de plancton, filtrar, envasar y almacenar las muestras, ver algunas a bordo para detectar larvas de corvina, procesar los datos en computadora y hacer planillas de muestreo de los lances”.
Luego de esa experiencia embarcada, vinieron otras. Y como el mismo movimiento del océano, Mara siguió avanzando en su carrera. Luego de haber terminado su tesis doctoral, fue becada por un año en un programa de entrenamiento en Oceanografía observacional en el Bermuda Institute of Ocean Science (BIOS) de las Islas Bermudas patrocinado por Nipon Foundation (NF) and Paternship of Observation of Global Ocean (POGO). Esta experiencia tenía mucho de científico-social y fue una de las experiencias que a Mara le cambió la vida: “En las Islas Bermudas buceé, hice el seminario con experimentos in situ en el arrecife sobre efectos de la acidificación oceánica en los corales, lo cual me llevó a sumergirme muy seguido. Pero, para mí, lo más importante es que aquí se une mi vida científica marina con la próxima etapa de mi vida y vocación real de mi vida porque participé en el Departamento de Educación del instituto BIOS”.
Allí la becaron por dos meses más para formar parte del staff educativo de BIOS en sus actividades de verano para estudiantes de secundaria. Y recuerda: “Nos metíamos al agua diariamente, les ayudaba en sus inmersiones de buceo y luego íbamos al laboratorio para charlar de lo que habíamos aprendido y hacer algún experimento para que conozcan cómo trabajamos los científicos marinos. Estaba en la gloria. Para mí, la emoción es constante cuando puedo hablar del océano y sus maravillas biológicas y físicas con otros seres humanos que quieren conocer ese mundo”.
Ese despertar científico-educativo tuvo muchas repercusiones y los movimientos siguieron porque Mara comenzó a generar, ya nuevamente en Mar del Plata y con otras amigas biólogas, charlas de Biología marina y concientización de la vida en el mar a grupos de turistas, gente que se dedica al buceo, ciudadanxs, en eventos relacionados con el buceo. De hecho, diseñaron unas jornadas de divulgación, con miembros del CASE y especialistas de la Biología para concientizar sobre el mar, lo que luego derivó en una revista que Mara diseñó llamada “Con-Ciencia Marina”, lanzada por tres años consecutivos.
De sus densidades
Las charlas, los seminarios, las capacitaciones y todo lo que visibilizara la importancia de los océanos fue tomando otra densidad para Mara, lo que la llevó también a formarse como Facilitadora en el Programa GERMINAR, una experiencia sobre facilitación y acompañamiento de procesos de desarrollo de grupos y organizaciones que proporciona herramientas para el desenvolvimiento individual para construir ambientes sociales saludables.
Porque para Mara, los procesos sociales y los procesos oceánicos no son tan diferentes. Según su mirada, hay algo que está permanente y profundamente interconectado, eso que se llama “Ecología”, como una red de redes: el océano y la humanidad como una red de elementos que forman la vida.
Mara tiene una mirada profunda, le pone rosa y verde a su ropa y a su pelo porque su personalidad tiñe todo de colores y comparte su recorrido y su conocimiento con humildad y amorosidad. Porque de alguna manera, así percibe la vida y todo lo que la rodea y casi como al pasar, menciona: “es tanta la interconectividad de la vida humana con el océano que ignoramos que estamos formados de los mismos elementos esenciales: carbono, oxígeno, hidrógeno, nitrógeno, y otros como calcio y sodio. Es como si fuéramos una extensión del océano u otra forma de èl”.
Y, así, asevera: “A mí todo me lleva a la importancia de conocer, entender sobre lo que significa la ecología. Hay una frase poética de Francis Thompson que resume perfectamente esa conciencia para mí y que dice que ‘Todas las cosas por un poder inmortal cerca o lejos ocultamente están unidas entre sí, de tal modo que no puedes agitar una flor sin trastornar una estrella’. Para entender la importancia de los ciclos en los que estamos inmersos, tenemos que ser conscientes de ellos y así habrá chance de cuidar, porque no se puede cuidar lo que no se conoce”.
Desde el punto de vista de la Ecología, desde ese saber que habla de la interconexión y las relaciones que existen entre los seres, los ambientes y la vida del planeta, Mara plantea al océano como un gran sostenedor del ciclo que hace posible la vida, ese pulmón que participa muy intensamente en el ciclo respiratorio del planeta, absorbiendo el dióxido de carbono que hay en la atmósfera, que emanan las plantas y que también -lamentablemente en exceso- generamos los humanos.
De sus diversidades
Como bióloga marina que trabaja en una institución pesquera, también agrega la gran importancia socio-cultural que tiene el océano como atracción turística, sosteniendo la economía y cultura de muchos pueblos y países.
“Como seres humanos, no parecemos ser concientes de que, sin los océanos, no sería posible la vida ¿Alguna vez nos preguntamos qué sería de nosotrxs si no hubiera más peces en los mares? Desde un punto de vista pesquero, se caen las economías y muchos pueblos dependientes de ellos perecerían. Pero desde la Ecología, sin la diversidad, sin los organismos más pequeños, se altera todo el ciclo del carbono y con eso la atmósfera. Es decir, se pierde un pulmón del planeta y nosotrxs con él”, detalla Mara.
Sobre ese punto específicamente, y desde su espacio laboral actual, Mara explica que el INIDEP se ocupa de investigar para generar conocimiento y brindar asesoramiento en cuanto al uso sostenible de los océanos y relata: “realizamos recomendaciones sobre en qué momentos del año se puede pescar para que no colapsen las poblaciones de peces o invertebrados y analizamos cuánto se pesca de cada especie de importancia económica. Además, se investiga y se diseñan artes de pesca más ‘amables’ y se realiza el desarrollo de tecnologías de nuevos productos para aprovechar toda la pesca o lo más posible, porque de eso se trata también la sostenibilidad”.
Desde allí, también sigue participando en menor medida en actividades de investigación, ya que es responsable de las salidas de campo para tomar muestras y datos de juveniles de corvina rubia en la Bahía Samborombón y poder evaluar su abundancia.
De sus misterios y riquezas
Desde su infancia, Mara gestó esta pasión por el océano, por sus misterios, por su cuidado. Hoy vive a tres cuadras de la playa en el Barrio Alfar de Mar del Plata y dedica gran parte de sus tareas a estudiar y concientizar acerca de la importancia del cuidado de nuestros océanos. Quienes la conocen afirman que su conexión con el océano tiene algo mágico y coherente, porque cada paso que fue dando la acercó a él con todos los sentidos y en todos los aspectos de su vida.
Una de las canciones favoritas de Mara es “Alfonsina y el mar” que, más allá del relato trágico de la muerte de la poeta argentina, habla de las profundidades del océano, de sus caracolas marinas, su fondo oscuro, sus algas y corales. Y habla de una mujer vestida de mar, como Mara, que contiene hasta en su nombre la inmensidad.
Mucho más que 8M(ujeres) es un ciclo de entrevistas donde ocho periodistas científicas entrevistan a ocho investigadoras a las que admiran. Cada artículo se publicará el 8 de cada mes, durante el 2022.
Artículos del ciclo
Mayo: El corazón de la matemática. Entrevista a Alicia Dickenstein, por Marcela Bello
Sabrina Aguilera
Sabrina Aguilera estudió Comunicación Social en la UNLP y lleva más de 21 años trabajando en distintas áreas de la comunicación: desde producción documental para el extranjero, asesoramiento de proyectos gubernamentales, comunicación empresarial, institucional y con una mirada siempre en los derechos humanos. Desde hace casi una década, desarrolla su tarea profesional en la Comunicación Pública de la Ciencia como Responsable del Departamento de Comunicación del CONICET Mar del Plata, donde intenta cotidianamente construir una mirada humana y consciente del quehacer científico y tecnológico.
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