“Lo que soy como líder es lo que soy como mujer”

Marzo de 2020 es recordado en Uruguay por una pandemia y un twit. Este pequeño país de 3 millones de habitantes era entonces uno de los últimos de la región en registrar un caso de COVID-19. Así comenzaba la peripecia del gobierno por detectar los casos, el desafío de lxs médicxs por tratar y aislar a lxs pacientes, y de la población, por entender qué debía hacer ante la nueva amenaza. Entre tanto, el mundo se disputaba una de las herramientas clave para controlar la situación sanitaria: los test de diagnóstico del nuevo SARS-CoV-2.

En ese escenario, parte de la comunidad científica uruguaya trabajaba —aun anónimamente— para colaborar con las autoridades nacionales. Desde instituciones como el Institut Pasteur de Montevideo (IP Montevideo) y la Universidad de la República (Udelar), lxs científicxs se asesoraban con pares del exterior e intentaban hacer lo mejor posible con los escasos recursos disponibles.

En ese escenario surgió un twit que inició otra historia. En él, un grupo de virólogxs jóvenes de ambas instituciones anunciaba con orgullo que había logrado desarrollar un kit de diagnóstico de SARS-COV-2 local, esencial para testear, rastrear y aislar los casos. La herramienta le dio al país un estatus único en la región y, en momentos, en el mundo.

En ese grupo de científicxs, hombres y mujeres, estaba Pilar Moreno, viróloga, colíder del Laboratorio de Virología Molecular de la Facultad de Ciencias de Udelar y del Laboratorio de Evolución Experimental de Virus del IP Montevideo. Apoyada por esas instituciones, ella –en conjunto con el virólogo Gonzalo Moratorio–, no solo lograron contar con un kit local, barato y reproducible, sino que ofrecieron su tecnología para extender el diagnóstico a la red de hospitales públicos del país trabajando en coordinación con el Ministerio de Salud Pública (MSP) de Uruguay.

Luego, a este trabajo científico se sumó el desarrollo de un sistema de monitoreo de variantes del virus, que hasta hoy ofrece información al MSP y al gobierno nacional, como insumo para delinear políticas sanitarias.

La labor de lxs científicxs y el interés por divulgar derivó en muchas notas en prensa, transformó a Moreno, a Moratorio y otrxs científicxs uruguayos en personas conocidas y valoradas por toda la sociedad. Desde entonces, Moreno es una de las científicas más buscadas por los medios para hablar de ciencia y pandemia y es invitada para dar charlas o recibir homenajes. La difusión siempre le interesó, pero ahora sabe que lo hace desde un lugar más personal.

El desafío de coordinar el desarrollo de un test de diagnóstico de SARS-CoV-2 local y la red de laboratorios públicos involucró trabajo científico, pero también liderazgo y vinculación con autoridades del gobierno y con instituciones de corte político, que son ámbitos muy masculinos. ¿También fue un desafío esa tarea por el hecho de ser mujer?

La situación de la pandemia fue muy particular, porque llevó a que actores de gobierno y la Academia se alienaran detrás de un objetivo común y eso simplificó las relaciones, incluida mi relación como mujer en un ámbito de hombres. También es cierto que yo trabajo en un grupo de dos, pues soy colíder del equipo con un científico varón. En ese momento no sentí que necesitaba demostrar más idoneidad. Cada uno se desarrolló en lo que se sentía más idóneo y naturalmente se dio esa relación. No es lo mismo ser un hombre y una mujer, que una mujer sola. Seguro hubiera sido diferente, pero en el contexto que me tocó actuar ayudó el coliderazgo y en esa interacción lo que termina sumando es la diversidad, no tanto ser hombre o mujer sino tener diferentes visiones, experiencias y habilidades.

¿Y no tuvo que sortear algún tema por ser mujer?

Me cuesta personalizar porque a veces la experiencia de una no es la de todas. Yo me siento una privilegiada, porque desde chica tuve muchas oportunidades y el apoyo de mi familia, algo que a veces no es lo común. Y a lo largo de mi carrera también he sido privilegiada, porque trabajé con gente que me dio el lugar que me correspondía y la posibilidad de crecer por mí misma. Realmente una ve que la ciencia para las mujeres es más difícil que eso, es más complejo avanzar por los obstáculos que se deben enfrentar, como la cultura de las instituciones, la falta de mentoras mujeres, las responsabilidades familiares que vienen culturalmente por el hecho de ser mujer, y el sesgo inconsciente de asignación de roles y tareas. En esos puntos hay que trabajar, intentando ver qué políticas se pueden desarrollar desde las instituciones académicas, el gobierno y las agencias financiadoras para ayudar a las mujeres a avanzar en su carrera. En ese sentido, la pandemia ha sido un duro golpe para ese objetivo.

«Hay que trabajar intentando ver qué políticas se pueden desarrollar desde las instituciones académicas, el gobierno y las agencias financiadoras para ayudar a las mujeres a avanzar en su carrera», asegura Pilar Moreno. Fuente imagen: Prensa MINCyT-Argentina.

¿Qué impactos tuvo la pandemia en las mujeres científicas?

La pandemia profundizó situaciones que vivimos usualmente. Pero hubo un cierre sin precedentes de guarderías (centros para niñxs prescolares), escuelas y lugares de cuidado, y los estudios internacionales muestran que las mujeres dedicaron más tiempo al cuidado de lxs niñxs y a la enseñanza en sus casas que sus pares varones. A nivel científico, las mujeres perdieron más de 500 horas de investigación frente a 200 horas de los varones, y eso repercute en las publicaciones. Y todo lo que vaya en desmedro de las publicaciones, retrasa la carrera de los investigadores. Si pensamos en mujeres como primeras autoras de un estudio, mujeres que están empezando su carrera, vemos que ellas perdieron la oportunidad de publicar más debido a nuevas obligaciones derivadas de la pandemia y eso va a comprometer su futuro.

En relación con el “privilegio” profesional que señaló, a veces, con cierto pudor, hay científicas que también afirman que en su carrera no sufrieron discriminación por su género. ¿Considera que es un indicador de un cambio positivo o es acostumbramiento al rol secundario de la mujer?

No creo que sea un indicador, aun a pesar de que se ha avanzado. Si algunas mujeres accedemos a alguna situación de privilegio, es porque muchas mujeres antes pelearon por esos lugares. Pero falta muchísimo. Tampoco es un acostumbramiento, pues hay cosas que han mejorado.

Hasta la pandemia no era una persona activa en cuestiones de género, pero su visibilidad la llevó a ser consultada repetidas veces por temas de género y ciencia. ¿Qué reflexión hizo en estos años que antes no había tenido oportunidad?

Sentí que al tener exposición podía ser un ejemplo para las más jóvenes, porque la falta de visibilidad de las mujeres es un problema, y hace difícil transmitir que la ciencia es una opción para cualquier persona. Es cierto que era un tema sobre el cual no había reflexionado ni estudiado en detalle, y a partir de mi mayor visibilidad me informé más y conversé con otras científicas. Y en estos tiempos también me llevó a una introspección personal. Mis hijas mujeres, sobre todo, me lo hacen ver mucho, que uno tiene cosas muy normalizadas, que vienen en el bagaje de educación y cultura, me llaman la atención y por eso tengo mucha fe en las generaciones que vienen.


Tiene dos hijas adolescentes y un varón. ¿Qué piensan ellos de usted como profesional?

En este momento son adolescentes y están en una edad complicada, y si bien seguro se sienten orgullosos, esto les sacó tiempo de su madre y de algún modo afectó a nivel familiar. He sido una madre muy presente y la pandemia me corrió de ese lugar. Por primera vez desde que tengo hijos, en el momento máximo de la pandemia, cuando desarrollamos el kit de diagnóstico, mi prioridad pasó por estar en el laboratorio y no en mi casa. Eso no es fácil y tiene costos. Pero es también un ejemplo para mis hijos, que vean que cuando uno puede y quiere hacer algo, debe luchar y encontrar la forma. Ese es el mensaje que quiero que les quede a ellos.

Hoy codirige un grupo de jóvenes científicos y le da especial importancia a su rol como mentora. ¿Su liderazgo tiene la impronta de género?

Lo que soy como líder es lo que soy como mujer. Y la impronta que le doy es lo que soy en cualquier aspecto de mi vida. Trato de ser una líder cercana, acompañar, intentar ser justa y transmitir a hombres y mujeres que es importante potenciar a la gente. Mi trabajo como líder es que a los estudiantes les vaya bien, porque si ellos tienen logros, siento que son los míos. Y eso es lo que hace que nuestro grupo funcione, y con Gonzalo (Moratorio) hemos logrado que el grupo en la interna sea así, porque la victoria de uno es la del equipo.

Nota publicada originalmente en SciDev.Net, por Daniela Hirschfeld. Se puede acceder a la publicación original en este link.

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