“La ciencia trae muchas satisfacciones”

Nubia Muñoz Calero, médica epidemióloga colombiana, ha dedicado su vida a la investigación del cáncer, especialmente el cervical y su relación con el virus del papiloma humano. Crédito de la imagen: Fundación BBVA


“Las decisiones políticas deben estar basadas en evidencia científica”, afirma la epidemióloga Nubia Muñoz Calero, quien lideró los estudios internacionales que llevaron a comprender la relación causal del virus del papiloma humano (HPV) sobre el cáncer cervical, por lo que se convirtió en la primera científica colombiana postulada al premio Nobel de medicina (2008). Reconoce que si bien debido a la COVID-19 la ciencia ha saltado a la primera plana de los medios de todo el mundo, se ha reforzado la cooperación internacional y se han dado enormes avances en el desarrollo de vacunas en tiempo récord, en Latinoamérica muchos políticos pasaron por alto la evidencia científica al tomar decisiones, y exhorta a no desaprovechar las lecciones que deja la pandemia.

A lo largo de los años ha recibido numerosos reconocimientos académicos: premio “Sir Richard Doll” de la Asociación Internacional de Epidemiología; premio “Bruchbacher” para la investigación en cáncer de la Fundación Brupbacher en Zúrich; “Canadá Gairdner Global Health award” de la Fundación Gairdner de Canadá, y el prestigioso premio Fronteras del Conocimiento, de la Fundación BBVA. Desde hace más de cuatro décadas desarrolla su carrera profesional en el Centro Internacional para Investigación del Cáncer, organismo de la Organización Mundial de la Salud en Lyon, Francia.

Usted realizó un aporte importantísimo a la comprensión del rol del HPV en el cáncer cervical. ¿Qué cree que aún falta para disminuir a su mínima expresión esta forma de cáncer?

El cáncer cervical es el tercero más frecuente en América Latina y el Caribe, después del cáncer de mama y el colorrectal, con cerca de 60 mil nuevos casos al año, de los casi 600 mil que se diagnostican en ese lapso en el mundo. Para combatirlo aún falta poner en práctica eficazmente las medidas preventivas disponibles. Me refiero a la vacuna profiláctica contra el HPV y los test de HPV para detectar las lesiones precancerosas en los programas de cribado o tamización. Aunque la vacuna contra el HPV ha sido introducida en los programas de vacunación de la gran mayoría de países latinoamericanos, y es gratuita, en la mitad de esos países las tasas de cobertura son inferiores al 50 por ciento. Ahora todos buscamos ansiosamente ser vacunados contra el COVID-19, pero debemos también protegernos mediante la vacuna contra el HPV del cáncer cervical y de otros canceres causados por este virus tales como el cáncer de vulva, de vagina, del ano, del pene y cánceres de la orofaringe.

Los aportes que realizó hicieron posible el desarrollo de vacunas contra el HPV. ¿Recibió algún reconocimiento económico?

El principal reconocimiento que he recibido es saber que mis investigaciones han sido clave para eliminar el cáncer de cuello uterino. He estado al frente de estudios de epidemiología molecular en 50 países, los que demostraron, sin lugar a duda, que el virus del HPV es la causa del cáncer cervical. De los cerca de 30 tipos que infectan el cáncer cervical, encontramos que los tipos VPH 16 y 18 eran responsables del 70 por ciento de los casos en todas las regiones del mundo y que cinco tipos más (VPH 31, 33, 45, 52 y 58) causaban el 20 por ciento adicional de casos. Los resultados de nuestros estudios fueron de gran utilidad para que las compañías farmacéuticas decidieran la composición de sus vacunas y de los test de HPV. Pero no he recibido ninguna compensación económica por ello.

Las dificultades que enfrentan las mujeres a la hora de hacer ciencia hoy, ¿se asemejan a las que seguramente usted experimentó al inicio de su carrera?

Se han logrado progresos en cuanto a la posición de las mujeres en la ciencia, pero aún falta mucho por hacer. Cuando yo estudié medicina, las mujeres representaban un poco menos del 10 por ciento del total de estudiantes; ahora, en muchas facultades de medicina, hay tantas mujeres como hombres. En cuanto a la investigación científica, solo un tercio de los investigadores son mujeres, a pesar de que representan el 50 por ciento de estudiantes universitarios. Seguramente porque las mujeres no gozamos de las mismas oportunidades que tienen los hombres para desarrollar una carrera científica y para progresar en ella. A medida que se avanza en los escalafones académicos o profesionales, la proporción de mujeres va siendo cada vez menor. Hay varias razones para ello, incluyendo las dificultades que tienen las mujeres por la maternidad o por su mayor implicación en la atención a la familia, el sesgo antifemenino que opera en procesos de selección y promoción del personal científico, así como la existencia de estereotipos, pues prima una imagen masculina de los científicos. A las jóvenes que inician una carrera científica les diré que la ciencia trae muchas satisfacciones y que persistan, a pesar de los obstáculos.

Usted ha dicho que “ningún país estaba preparado para manejar y controlar una emergencia sanitaria de la magnitud de la pandemia actual”. Como epidemióloga, ¿cuál cree que es la lección que debemos aprender de esta pandemia y de qué modo deberíamos prepararnos para futuros eventos?

La pandemia causada por el SARS-CoV-2 nos deja muchas lecciones. Si bien a nivel global su impacto económico ha sido considerable, los pobres han sufrido mucho más, aumentándose notablemente la desigualdad. Ha sido enorme su impacto en la salud, no solo en los programas de prevención sino también en la atención, diagnóstico y tratamiento. El cierre de las escuelas y colegios durante las cuarentenas ha tenido un efecto nefasto, tanto en la educación, como en la salud física y mental de los niños. El gran impacto de la pandemia en la economía y salud ha estimulado debates sobre la necesidad de justicia social y solidaridad global proponiendo, por ejemplo, considerar las vacunas como un bien público. Iniciativas como la COVAX de la OMS, para un acceso equitativo global a las vacunas contra el COVID-19 van en ese sentido, pero están lejos de ser suficientes. Como notas positivas, observamos que la ciencia ha estado en la primera plana de los medios de todo el mundo. La cooperación internacional en la investigación se ha visto reforzada y, en parte gracias a ello, se han desarrollado vacunas contra el SARS-CoV-2 en tiempo récord. En cuanto al manejo de la pandemia mucho podemos aprender por ejemplo de Singapur, Nueva Zelandia, Hong Kong, Taiwán, que han logrado controlar la pandemia basándose en sus experiencias pasadas con otras epidemias de coronavirus. Formaron grupos de expertos en el manejo de crisis sanitarias que coordinan entidades públicas y privadas a nivel nacional y local y establecen un diálogo entre las comunidades científicas y los políticos.

Nota publicada originalmente en SciDev.Net, por Claudia Mazzeo. Se puede acceder a la publicación original en este link.

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