Soledad Quiroz-Valenzuela acaba de ser elegida como una de lxs tres científicxs vicepresidentxs de la Red Internacional de Asesoramiento Científico Gubernamental (INGSA, por sus siglas en inglés), una red internacional que reúne a científicxs y tomadores de decisión de todo el mundo.
Con base en Nueva Zelanda y creada en 2014 para acercar el norte y el sur, sus miembros se juntan cada dos años. La cita más reciente debió haberse realizado en 2020, pero la pandemia la retrasó hasta el 30 de agosto de este 2021, en forma virtual y presencial, y con la participación de 2.500 delegadxs de más de 130 países. En el marco de la reflexión sobre cómo mejorar la comunicación entre lxs científicxs y lxs tomadores de decisión, la crisis sanitaria fue un tema relevante, pero también lo fueron las nuevas tecnologías.
Quiroz-Valenzuela estudió bioquímica en la Pontificia Universidad Católica de Chile y luego obtuvo un doctorado en bioquímica y biología molecular en la Michigan State University, Estados Unidos. Fue en ese momento que comprendió que su contribución a la ciencia sería desde las políticas públicas, por lo que se enroló en un master en la materia en la Universidad Carnegie Mellon, Estados Unidos.
Tras siete años en ese país, y ya de vuelta el Chile, se concentró en investigar cómo funcionaban las instituciones relacionadas con el desarrollo de la ciencia y la tecnología en el país, resultados que se publicaron en un libro en 2016 y que le llevaron a organizar un seminario nacional sobre el tema. Las conclusiones sirvieron de base para cambios en las políticas de Conicyt, hoy trasformada en la Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo. Actualmente, además de su nuevo cargo en INGSA, es asesora científica en cambio climático del Ministerio de Ciencia, Tecnología, Conocimiento e Innovación de Chile.
¿Qué tan difícil es que lxs tomadorxs de decisión acepten la asesoría científica en Latinoamérica?
En todos lados es complejo, no solo en Latinoamérica. Es un tema muy actual y un gran desafío para todxs. Los países que tuvieron alguna influencia del Reino Unido tienen sistemas de asesoría científica en sus gobiernos hace varios años y, sin embargo, cuando golpeó COVID-19 tuvieron los mismos problemas que las naciones que no la tenían.
¿Por qué es tan complejo aplicarla?
En toda política pública el contexto es una parte primordial. Por eso Latinoamérica es muy diferente de África, Europa o Asia. Pero también hay aprendizajes en otras partes del mundo que se pueden aplicar localmente. En Finlandia y Costa Rica, por ejemplo, se están desarrollando proyectos de diseño o de nuevas formas de abordar la asesoría científica al gobierno.
¿Qué le falta en Latinoamérica para darle mayor espacio a la asesoría de lxs científicxs?
La gran debilidad de Latinoamérica es que tiene muy pocxs científicxs, y muy poca inversión en general en ciencia y tecnología. Eso hace muy difícil que una sola persona dé clases y haga investigación, y además asesore al gobierno y a lxs legisladorxs. Por otro lado, todas esas tareas requieren habilidades muy diferentes y eso aún no se reconoce en la región.
Con la pandemia, la voz de lxs científicxs se escuchó mucho más. ¿Esto ha sido un impulso positivo?
Cuando tienes una emergencia y un desafío tan grande como esta pandemia, hacerlo sin información científica es muy difícil. El problema es que en esta contingencia es difícil tener una voz científica unificada, lo que tiende a confundir a la opinión pública. Sobre todo, al principio muchxs expertxs daban opiniones contradictorias. Este es uno de los desafíos de un/a asesor/a científicx y que tiene que tratar de manejar junto con quienes está asesorando.
¿Qué tanto ha avanzado la asesoría científica en la región?
En Latinoamérica recién estamos definiendo qué esperamos de la asesoría y la diplomacia científica, para utilizarlas e integrarlas. En Chile ya existe una oficina de asesoría en el Parlamento, mientras que en Argentina recién se está instalando. En tanto, en México se solicitó, pero no se sabe si se concretará. Estamos aprendiendo sobre la marcha.
Si bien la pandemia hizo evidente la necesidad de la voz de lxs científicxs, pareciera que el cambio climático no ha tenido ese mismo efecto hasta ahora. ¿A qué se debería eso?
El cambio climático y la pandemia tienen en común que son problemas muy complejos y que no solo afectan a un aspecto de la vida, sino a todos: salud, educación, acceso a la vivienda, trabajo, sistema de protección social, entre otros. Pero, además, la forma de resolver ambos es a través de acuerdos sociales, es decir, con políticas. Y en ese contexto, lxs científicxs tenemos que reconocer que nuestro rol no es la toma de decisiones, no somos lxs gobernantes, sino que es entregar la mejor información científica disponible para que lxs políticxs puedan balancear esos datos con los recursos existentes y todas las necesidades.
Estamos en un momento donde las crisis políticas aparecen por todo el planeta, pero pareciera que son más fuertes en Latinoamérica. ¿Cómo eso puede ir en contra de la voz de lxs científicxs que asesoran a políticxs desacreditadxs?
La política es la forma en que las sociedades toman acuerdo en cómo construir su cultura y su sociedad. Entonces, cuando el sistema político está en crisis, toda la sociedad lo está. Y si a eso le sumas problemas tan complejos como el cambio climático y la pandemia, sin duda se vuelve más difícil. Pero lxs científicxs podemos ayudar en estas situaciones porque estamos más acostumbradxs a lidiar con la incertidumbre y a prever consecuencias de mediano y largo plazo, algo que en general lxs políticxs no están mirando. Un ejemplo de ello es lo que está pasando con el cambio climático; la ciencia ha advertido durante años que podía pasar lo que estamos viendo hoy.
¿Por qué es tan importante la colaboración entre científicxs y políticxs?
En Latinoamérica estamos sobrexigidos porque tenemos pocos recursos y somos pocos, pero aun así una de las primeras cosas cuando comenzó la pandemia fue la creación de una red de laboratorios de biología molecular de la región para detectar COVID. Esto habla de que la comunidad científica latinoamericana comparte el desafío, pero también que se puede apoyar mutuamente. Eso me entusiasma, sobre todo porque es un ejemplo de una red de cooperación que lxs políticxs y los gobiernos de Latinoamérica no han podido lograr. Cuando es muy difícil hacerlo todo al nivel que unx quisiera, por la falta de recursos, lo que nos va a permitir estar mejor es la colaboración entre los países.
Nota publicada originalmente en SciDev.Net, por Lorena Guzmán Hormazábal. Se puede acceder a la publicación original en este link.
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