Hemos visto, a lo largo de nuestras vidas, cientos, miles, millones de flores; y no nos acordamos de todas, sólo de algunas. A medida que comenzamos a masticar, vamos asimilando el sabor. Ahora, hay alimentos que devoramos con más ansias que otros. Con los conocimientos, sucede de la misma forma. Incorporamos rápidamente algunos y otros no ¿Dependerá del envase? ¿De la forma de mostrarlos?
La ciencia es, sin duda, una de las herramientas fundamentales a la hora de comprender el mundo y sus circunstancias, y la comunicación de la ciencia es la pieza lógica a la hora de pensar cómo compartir esos saberes. Pero no es la única. El arte interpretó la realidad desde siempre y, en muchas ocasiones, consiguió que algunos de los conocimientos que se transmitieron a través de pinturas, de las páginas de los libros y de las canciones, sean inmediatamente incorporados y comprendidos. Tal vez, la sensibilidad que el arte despierta y maneja con destreza sea la clave que permita entender la eficacia de esta comunicación.
Observémoslo en un ejemplo claro. Para esto, invitamos a lxs lectorxs a que intenten representarse la imagen de una sandía a través de la definición científica que comparte Wikipedia:
“Citrullus lanatus, comúnmente llamada sandía, acendría, sindria, patilla, aguamelón o melón de agua, es una especie de la familia Cucurbitaceae. Es originaria de África con una gran presencia y difusión en todo el mundo».
Con esta definición en mente, cierren los ojos y fíjense qué imagen se les aparece ¿Algo, un poco, nada de nada?
Repitamos el ejercicio, ahora con un pequeño fragmento que forma parte del Libro de las Preguntas, del famosísimo poeta chileno Pablo Neruda:
«¿ De qué se ríe la sandía, cuando la están asesinando?”
Cierren los ojos ahora…
La ficción es un faro
La realidad se ha expresado en estos tiempos de forma incomprensible. Una pandemia emergió el año pasado y sacudió todas y cada una de las estructuras conocidas. Los suelos por los que andábamos, los techos que señalaban algunos límites, simplemente se derrumbaron y hubo que volver a andar. Muchas de las preguntas que nos hicimos tanteando a ciegas ya habían sido abordadas por la ciencia ficción: vacunas, conspiración, dominio, infecciones masivas, encierro, control. Contagio; 1984, Guerra Mundial Z, Soy leyenda, Fahrenheit 451 permitieron construir, en menor o mayor medida, un horizonte de sentido para sobrellevar la sorpresa.
¿Qué día es hoy?
¿Recuerdan, aún, el desconcierto que provocó el aislamiento? Seguir con el pijama puesto, la aparición repentina del teletrabajo, la muerte de la rutina que hasta allí teníamos, el insomnio, comer a cualquier hora…. la falta de noción temporal; fue una de esas sensaciones con la cual debimos aprender a convivir durante las primeras etapas de la pandemia. Una alarma que comenzaba a emerger, generando malestar y confusión. Por su característica difusa e imprecisa, este desconcierto asociado a un evento catastrófico era una alerta titilante, que, una vez más, la ciencia ficción ya conocía desde hace años.
Entonces…¿Qué día es hoy?
“Cuando un día que usted sabe que es miércoles comienza como si fuese domingo, algo anda muy mal en alguna parte”. Así inicia la novela de ciencia ficción y terror post-apocalíptica de John Wyndham, El día de los trífidos.
Esas imágenes que se escapan de los libros, de las pantallas de los cines y que saltan del escenario, pueden volverse esa explicación que, sin tanta palabra, nos hace sentir en el cuerpo el peso de lo que nos pasa y así, entenderlo. Permiten, finalmente, saber qué día es hoy.
La ficción es revolución
Podemos explicar los acontecimientos inmediatos, tanto anteriores como posteriores, para visibilizar e intentar entender la inestabilidad social, la crisis, la ola de cambios de la Europa de principios del siglo XX y utilizar la información que nos provee la historia y la economía. Así, el término alienación, redefinido por el filósofo y economista del siglo XIX, Carlos Marx, buscará explicar la angustia y la ansiedad que sentirán millones de personas a partir de la consolidación del sistema de producción capitalista, ese sentimiento de extrañeza que percibido por obrerxs en esta nueva forma de producir en serie, al ser separado del producto de su trabajo; visto que ya no lo fabrica en su totalidad.
Es decir, no participa de todo el proceso, sino solo de una parte. Marx, entonces, buscará, sobre todo, encontrarle alguna explicación a esta deshumanización que pesa sobre los hombros de lxs obrerxs. Considerando, además, un contexto europeo de crisis y transformaciones que inician en la Revolución Industrial y que se aceleran en las vísperas de los horrores de la Primera Guerra Mundial.
Así, dice Marx en su gran obra, El Capital: “el trabajo mecánico sobreexcita hasta el último grado el sistema nervioso, impide el ejercicio variado de los músculos y dificulta toda actividad libre del cuerpo y del espíritu”.
Franz Kafka, escritor nacido en Praga en 1883,por su parte, sólo necesita una imagen implacable, para materializar la alienación o la deshumanización. En las páginas de su obra publicada en 1915, La metamorfosis, Gregorio Samsa se convierte en un insecto. Este trabajador es ahora, ante los ojos del mundo, apenas, un escarabajo. “Una mañana, tras un sueño intranquilo, Gregorio Samsa se despertó convertido en un monstruoso insecto. Estaba echado de espaldas sobre un duro caparazón…”.
La ficción es la verdad
A veces, esos conceptos, ideas, que parecen complejas a primera vista o simplemente se presentan ante nuestros ojos de un modo que a priori no nos atrae; cuando son atravesados por los matices del arte; por los pinceles de quien con maestría pinta un cuadro o por manos escritoras, posiblemente comiencen a conmovernos. Es por eso que, para quienes cuentan la ciencia, tener presente la ficción, por un lado, puede resultar fundamental a la hora de describir la realidad; y, por el otro, es una de las tantas formas de generar empatía, de conectar con alguien de manera racional y de forma emocional.
Para los antiguos filósofos griegos, lo bueno, lo bello y lo verdadero eran parte de una misma búsqueda. Poco antes que el inicio del mundo moderno separe a estas tres esferas y aliene a las personas; las conecte con una parte y las distancie de un todo, las aleje de una mirada integral; Leonardo Da Vinci, que de la misma forma que practicaba la actividad científica practicaba el arte; decía:
“La ciencia más útil es aquella cuyo fruto es el más comunicable”.
Así, y hablando de frutos y en honor a la sandía de Neruda, cierren los ojos ¿Para qué? No sé. Por amor al arte.
Alejandro Cannizzaro
Alejandro Cannizzaro escribe. Escribe todo lo que puede. Escribe desde que puede. Trabaja de periodista científico en el Centro Científico Tecnológico CONICET-CENPAT, en Puerto Madryn. Ciudad en la que vive desde 2014. Las ballenas no le gustan tanto. Escribe. Es autor de algunos cuentos y una obra de teatro que anda girando por ahí. Tiene 44 años y una hija que se llama Amanda.
En honor a la sandía de Neruda…
No escribo esto desde el enojo ni es un intento de copiar la cultura de la cancelación (al fin y al cabo es un muerto) sino no es por preguntarse… ¿Por qué reproducir las palabras de un macho violador y que abandonó a su pareja e hija con discapacidad? ¿No sería mejor utilizar otras voces? ¿No hay suficientes artistas silenciadas que sería mejor reconocer antes de seguir con el pacto del silencio que sostiene un sistema de abusos?
Es verdad que el arte nos llega, nos abre a la empatía. Creo que en parte esto es así porque va a la experiencia. Las violencias que son silenciadas se multiplican, como los Gremlins con agua y también son parte de nuestra experiencia. Pensar en la sandía de Neruda con la voz de él… que también escribió y leyó «me gustas cuando callas…» es un bajón. En toda la nota solo se nombran varones cis. Es súper interesante la propuesta de esta sección, espero que se empape de la perspectiva que tienen las otras.
Hola, ¿cómo estás? Soy Nicolás Camargo Lescano, director de Entre tanta ciencia. En primer lugar, agradecemos tu comentario, porque este tipo de sugerencias y críticas nos permiten mejorar. Si bien es cierto que en esta columna todos los artistas mencionados son varones cis, lo cierto es que en el resto de los artículos del medio hay una enorme mayoría de mujeres (científicas, comunicadoras y tecnólogas) como fuentes. Más aún, tenemos un espacio, Ciencia Antipatriarcal, donde se denuncian y se problematizan cuestiones en torno a las desigualdades y violencias de género en el ámbito científico-tecnológico. Seguiremos buscando incluir, en otras notas de Etc, a personas de otros géneros, para continuar con el espíritu de diversidad que asumimos desde nuestra primera nota. ¡Saludos!
Hola. Soy Ale, autor de la columna. Gracias por tu reflexión. Desde mí lugar no deseo colaborar con la invisibilidad. Es cierto, los autores que utilizo en la nota para ejemplificar, son varones cis. Fueron los ejemplos que tenía a mano; pero no son los únicos. ¡Qué difícil es dejar de estar seteado por el patraircado! Pero en ese camino estamos.